Chihuahua, Chih.
“Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”: Liliana Felipe
Próximo el 8 de marzo, ante la insistencia de diversos sectores como el gubernamental de vaciar de contenido político una fecha que nació como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, recogiendo las necesidades que se configuraban a partir de un cierto contexto en aquel momento que, para las mujeres no ha cursado al día de hoy un proceso de evolución profunda que modifique las condiciones de vida que generan exclusión, opresión, violencias y discriminación por razones de género, raza, etnicidad, discapacidad, orientación sexual, expresión de género, situación migratoria, falta de oportunidades, pobreza, precarización laboral, etc, que atraviesa siempre en detrimento de forma diferenciada a las mujeres (cis y trans) y las niñas, el emblemático día se ha convertido en una oportunidad de catarsis colectiva frente a las grandes problemáticas que no encuentran cauce ni en las vías institucionales ni en la sociedad que insiste en cerrar los ojos frente a la violencia sexual y el feminicidio.
En ese sentido, la apropiación del espacio público ha servido como una válvula de escape para el descontento por la apatía de administraciones gubernamentales que no quieren entender su obligación de proveer condiciones de seguridad para preservar la seguridad y vida de las mujeres, por la ineficiente administración de justicia que sigue en gran parte permeada por prejuicios en ministerios públicos y juzgadores que siguen partiendo del mito de que las mujeres mienten enfocándose en conducir sus investigaciones en demostrar que las que denuncian exageran o dicen mentiras y en jueces que en su mayoría exceden en sus garantías a agresores y terminan dejando en la indefensión a las víctimas o sin posibilidades de real reparación o menos aún, para la comunidad, con medidas de no repetición.
Así, las paredes anuncian demandas que deben ser resueltas de forma inmediata como la legalización del aborto, declaraciones de las insurrectas que manifiestan abortar sin el permiso del estado, denuncias necesarias para el cuidado colectivo que escriben en los muros los nombres de violadores y agresores sexuales.
Las paredes se convierten en un medio de manifestación y denuncia ante la impunidad frente a la violencia sexual y el feminicidio.
Con lo anterior y siendo Chihuahua el estado con el más alto índice de llamados de emergencia y denuncias en estos delitos, las autoridades municipales han elegido seguir haciendo más profundo el agravio, revictimizando socialmente a las mujeres y a la ciudad entera que padece las consecuencias de que se violen y maten mujeres impunemente, decidiendo “blindar” con mantas la Glorieta de la División del Norte, mejor conocida como la del Pancho Villa.
Y es que a la autoridad le importan especialmente dos edificios: la glorieta y el Palacio de Gobierno. El alcalde municipal se atrevió a “anunciar” que tendría un “diálogo” con organizaciones feministas para que no se “cometieran daños”, esto porque supuestamente “es muy costoso limpiar”.
Se entiende que preocupen por la preservación del mobiliario público; sin embargo, ¿cuándo se van a preocupar por las mujeres?
La absurda acción contiene información que pretende promover como el uso de una app y un botón de pánico; pero con toda honestidad, ¿cuántas veces han llamado a la policía y no acude? ¿se consideró que hay mujeres que no tienen un teléfono inteligente y que hay muchísimas mas que no tienen un plan tarifario y que no pueden poner saldo? ¿cómo accederían ellas al beneficio de tan peregrina acción? No puede caber más clasismo en la cabeza de quien tuvo esta idea.
Se gobierna para todas las personas no solo para nuestros pares o quien vive nuestra misma realidad.
Por otro lado, la app insiste en instalar como una “buena práctica” el programa de descuentos a través de las tarjetas rosas que no garantizan ni igualdad, ni que no se maten ni se violen mujeres por un ínfimo descuento en un restaurant o en la compra del mandado, porque muchas mujeres ni siquiera a eso tienen acceso.
Lo absurdo del “blindaje” tiene que ver con que el año pasado hicieron lo mismo e incluso antes de salir la marcha de la glorieta la manta fue retirada por las manifestantes y las pintas-denuncias fueron realizadas, insertando otro punto controversial: si se sabe que las mantas serán retiradas y tomadas como una provocación ¿para qué las ponen?
La respuesta es obvia: por simulación. Los institutos municipales de las mujeres reciben recursos para realizar acciones de atención a la violencia y así justifican el gasto, aunque la acción en sí no represente ni un solo beneficio para nadie y tenga un impacto cero.
Con dicha acción se constatan dos cosas preocupantes: la nula credibilidad del alcalde Bonilla al declarar que “tendría un diálogo” con colectivas sin siquiera contactarlas, es decir, la ligereza de mentir para manipular a la opinión pública y la preocupante insensibilidad del gobierno municipal que a través de la Secretaria de Seguridad Pública y su Instituto Municipal de las Mujeres está desdeñando la gravedad del problema y su falta de comprensión del mismo.
Así ¿cómo esperamos que atiendan de modo adecuado? Bien valdría decir que las criticas y el repudio a la colocación de las mantas llevó a la retirada de las mismas por la tarde; pero el daño ya estaba hecho.
Las mujeres saldrán y no podrán ser silenciadas, tampoco limitadas en su derecho a manifestarse porque en respuesta a la afrenta hecha por el alcalde fueron claras en no aceptar simulaciones.
Esperamos que dicha afrenta no escale a mostrar lo que los gobiernos de derecha tradicionalmente hacen con quien se atreve a manifestarse ejerciendo brutalidad policiaca y realizando detenciones arbitrarias.
Estemos pendientes.
@MarieLouSalomé