Chihuahua, Chih.
El presidente López Obrador lanzó (25/7/23), quizá como nunca tan claramente, la frase que evidencia la tremenda paradoja en la que se encuentran, él y muchos de sus seguidores, entre ellos algunos de los que proceden de la izquierda «profunda», al afirmar que «… No existe fenómeno político que frene la transformación».
Y es que al querer, de manera forzada, equiparar a la 4T con las «transformaciones» de la Independencia, la Reforma y la Revolución, sostiene que la «Transformación» encabezada por él es, en realidad, una «revolución».
Por ello la equipara con aquellos tres procesos revolucionarios, forzando, si se quiere, la Guerra de Independencia para llevarla a esa categoría, pues fue, sin duda, un fenómeno que «revolucionó» la vida nacional y dio pie al surgimiento de México como Nación.
Y como se comparan con aquellas, entonces el triunfo electoral del 2018, sí por muchos votos y una ventaja inconmensurable, pero al fin y al cabo mediante una elección, a la que convocaron a los mexicanos, por lo que éstos, en cualquier momento y elección, podrían optar por cualquiera de las opciones políticas existentes, o de las que crearan en el futuro.
La frase lopezobradoriana de hoy nos lleva, sin remedio, a la lanzada por el «eterno» líder de la CTM, Fidel Velázquez, quien dijo que «con las armas llegamos al poder y sólo con ellas nos sacarán».
La frase presidencial fue dicha en el marco de muchas otras, entre ellas, al tratar de esclarecer que desde su movimiento no se debería agredir a los opositores, adujo que -violando nuevamente las restricciones, no sólo ordenadas por el INE, sino inscritas en la Constitución de la República- «tenemos una gran ventaja» mientras mostraba los resultados de una encuesta en la que Morena (su bloque) obtenía el 49% de las preferencias electorales, por 19 del bloque opositor.
Entonces «¿Cómo sería posible que intentáramos agredirlos?», se preguntó y respondió.
Es decir, llevamos tanta ventaja que, ¿cómo creen qué vamos a hacer algo más?.
Pues sí, ¿Y si las elecciones se tornan apretadas, competidas?
¿Mantendría López Obrador la misma actitud, o simplemente retomaría la utilizada hasta la fecha en la que ha violado todas las reglas electorales con tal de impulsar su movimiento y que éste se mantenga?
¿Cómo la de ayer, presentando encuestas y hablando como jefe de campaña del bloque oficialista?
A todo recurre el presidente en lo que el fondo, lo esencial de su conducta es la simulación, a la que acudió al crear la sección «No lo dije yo» en la conferencia Mañanera, mostrando algo de lo peor de la conducta de la clase política, que es la de no asumir sus responsabilidades, encubrirse, señalar a otros y, al final, seguir haciendo lo que le conviene a sus intereses.
No es una exageración sostener que se asume como el jefe de su movimiento, pues en la misma sesión dijo: «Hago un llamado al pueblo de México y en especial a los simpatizantes de la transformación a no caer en ninguna provocación, ni siquiera discutir o querer convencer a estas personas; es muy difícil porque defienden privilegios que ya no tienen», seguida del “ingenioso” «Serenos morenos», por si se requería la alusión a su partido.
¿Hasta dónde llegarán en su más profunda contradicción? ¡Serán capaces, como el PRI -claro, después de décadas de fraudes y corruptelas- aceptar que pueden perder el poder?
Muchos años atrás, en una reunión de nayaritas, convocada por el candidato víctima del fraude electoral en la elección a gobernador de 1975, Alejandro Gascón Mercado, ante los reclamos de los presentes, y el hecho de que muchos de ellos cargaban alguna arma (casi todas de caza y/o pequeños calibres) les dijo que ellos (Alejandro y los miembros del Partido Popular Socialista de Nayarit) habían convocado a los nayaritas a una elección, «no a una guerra».
Si a mediados de los 70’s, esa parte de la izquierda socialista mexicana tenía muy claro que se había entrado a una contienda electoral, con todas sus reglas -que no eran, ni de lejos, lo democráticas de las de hoy- y que les habían hecho un gran fraude, a ellos, pero especialmente a los nayaritas ¿Podrá ser posible que medio siglo después no lo asuman así?
Nunca como ahora se ha hecho vigente, fruto de aquellos nayaritas y de muchos otros mexicanos, la consigna de los tiempos del México de hoy: «Ni los triunfos, ni las derrotas, son para siempre».
*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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