Chihuahua, Chih.
La compra de medicamentos ha entrañado un problema, bastante complejo de resolver, para el gobierno de la 4T. Desde la transición, el entonces Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, dejó entrever que el mecanismo de adquisición de compras, sería distinto al que había venido operando a lo largo de los últimos sexenios. Ejemplo de ello es que, contrario a lo que sucedió en esa época, se propuso la concentración de las compras en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda.
En ese tiempo, algunos de nosotros visualizamos determinados eventuales bemoles en esa estrategia, destacando la excesiva concentración de facultades y de artículos a adquirir en un sólo lugar, con lo cual se volvía a centralizar, contraviniendo las tendencias mundiales de la administración pública, que están más orientadas en la simplificación de los trámites y en la redistribución de las tareas burocráticas.
Pues la concentración de las compras no iba en esta tesitura; y, sin embargo, decidió seguirse esta estrategia. El resultado, es que se han tenido claroscuros en las mismas, máxime con el tema de los medicamentos, que ha causado polémica a lo largo del aún joven sexenio, y ha estado, en varias ocasiones, en el ojo del huracán, más ahora que vivimos este complejo panorama de pandemia interminable.
Es importante decir, la premisa de la cual partió el gobierno de la 4T, puede considerarse acertada. Si a nivel mundial, grandes farmacéuticas tienen influencia sobre el derrotero social y científico que siguen sus acciones en las poblaciones del mundo ¿acaso creeríamos que, en México, el estado de las cosas pudiese ser distinto? Más aun, ¿con el estado de descomposición y de ambiciones que se alcanzó en la administración pasada, cuando la ambición corroyó a gran parte de los sectores administrativos?
Imposible no dudarlo.
El hecho de que hubiera un puñado de compañías farmacéuticas, coludidas con políticos de alto nivel, en aras de hacer negocios para ambos lados (público y privado), no resulta algo improbable. Por ende, creo que es plausible que el gobierno obradorista se haya propuesto cambiar la situación preexistente.
Empero, es importante aclarar que, aunque se sabe que (como dijo el dicho) “Roma no se hizo en un día”, el gobierno no ha estado exento de polémica, cayendo en yerros en algunas ocasiones, mismos que había tratado de remediar, con medidas cortoplacistas, y, a veces, tendientes a resolver el problema en lo inmediato, pero no en lo estructural, hecho que les granjeó la crítica de sectores diversos, principalmente de disidentes de la salubridad, la medicina y la ciencia.
Sin embargo, creo que el acuerdo, firmado ayer, con el binomio internacional (OPS/OMS) para la adquisición de medicamentos, es una gran área de oportunidad (La Jornada 1/08/2020).
Esto, porque deja en un ente internacional, y prestigiado, la licitación de medicamentos, poniendo el piso parejo para los competidores, sean estos nacionales o extranjeros.
En el mismo tenor, el gobierno federal ha anunciado la creación de una oficina gubernamental encargada de la distribución de medicinas a nivel federal.
Ello también me parece adecuado, pues rompe, de manera importante, con los paradigmas neoliberales, en los cuales se privilegiaba la concesión y la subrogación (vocablos muy utilizados en los últimos tiempos), dejándose un tanto de lado la distribución, misma que, como el mismo Presidente ha llegado a indicarlo, en ocasiones se dejaba de lado a las mismas distribuidoras, convirtiéndose el gobierno sólo en actor de reparto.
En la misma perspectiva, considero que esta iniciativa semeja a algunas que suscribieron algunas naciones centroamericanas para combatir la corrupción (caso Guatemala), en las cuales, el problema de corrupción judicial era tan alto, que tuvieron que pedir la colaboración y el acompañamiento de organismos internacionales para atacar dicho flagelo.
Pues, considero, la propuesta -y posterior acuerdo- obradorista, versa en ese sentido, pues el gobierno mexicano tendrá orientación internacional para realizar una mejor labor en el ámbito de la salud. Lo positivo del asunto es que, de acuerdo a la retórica gubernamental ¡hasta una eventual vacuna contra el COVID-19 podría entrar dentro del acuerdo suscrito¡
Como vemos, a grandes rasgos es un cambio discursivo radical, pues se deja de ver a la salud como negocio, y lo ve como un hecho relevante dentro del desarrollo social nacional, retomando el ideario que prevaleció en México hasta antes del arribo del modelo neoliberal, es decir, hasta a principios de la década de 1980, mismo que se fue desdibujando de manera paulatina.
Sin embargo, y como cereza en el pastel, confieso que sí hay algo que me crea suspicacia.
De acuerdo a Sergio Sarmiento (Reforma/El Diario, 30/07/2020) eventualmente podrían hacerse licitaciones directas, en caso de emergencia. Es importante decir, viendo el bosque y no sólo el árbol, que tal vez desean darle celeridad a un proceso prioritario.
Empero, creo que este tipo de concesiones deberían ser la excepción, en lugar de la regla, pues se crean malas interpretaciones, y una forma de atajar la corrupción, es dando preceptos claros y transparentes, para así tener la mejor opción, y no sólo la más cercana o próxima, a los personeros gubernamentales.
En fin, considero que, aunque con luces y sombras, este recién cocinado acuerdo es algo muy bueno.
Por el bien de todos y todas, ojalá dé resultados, y tenga un impacto directo en la cristalización de un mejor sistema sanitario ¡Hago votos¡