¡Arranca la parejera presidencial!
Sin Retorno

¡Arranca la parejera presidencial! 10 de septiembre de 2023

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua, Chih.

La elección presidencial del próximo año será, por muchas razones, absolutamente inédita.

Arroja, además, una buena cantidad de saldos negativos, ya desde ahora. Frente a ese aspecto negativo hay uno por demás positivo, el hecho de que, con toda seguridad quién ocupe la silla presidencial será una mujer.

Sin duda alguna, la primera damnificada será la democracia electoral. 

Si ya en 2018 todos los partidos dejaron de lado los procesos democráticos para designar a sus candidatos, el colmo ocurre ahora pues a la voluntad de los militantes partidarios la ha sustituido una nueva figura protagónica en los procesos partidarios mexicanos: Las encuestas.

Lo peor, es que al resultar ganadores o ganadoras de las encuestas, sus beneficiarias presumen ser el resultado de «la voluntad popular». 

La del año próximo será una elección referendista, se resolverá entre los que voten por la continuidad del lopezobradorismo y los opositores a ella, lo sucedido en estos años de gobierno del tabasqueño no dio pie a cosa distinta.

Su legado será el de la permanente confrontación, con todos los sectores y actores.

Será, como en todas las elecciones, en las que el factor anímico, emocional, visceral, será el preponderante; o estás con el presidente y su candidata, o estás en contra.

Una baja sí podemos anotar: El nulo desarrollo de la cultura democrática; incluso, hasta se podría asentar la tendencia contraria.

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Hay aún otro saldo acaso más negativo, el de que la participación de los miembros de los partidos fue sustituida por el levantamiento de encuestas, las que, como asienta Alejandro Moreno, el responsable de las encuestas de El Financiero, las encuestas «de los partidos son una especie distinta al resto, no sólo por su naturaleza ejecutiva, sino también porque sus resultados deben tomarse como una sentencia final, como si fueran elecciones internas, pero sin los riesgos de éstas… (porque) los resultados no orientan, deciden». («Las encuestas políticas», Alejandro Moreno, El Financiero, 1/9/23).

Más aún, «… en elecciones democráticas, el principio ideal es que quien gana por un voto gana la elección. Pero en una encuesta se debe ganar por una diferencia mayor al margen de error, por varios puntos, para que no haya dudas ni reclamos… las encuestas no suplen ni deben suplir a las elecciones, ni a los plebiscitos, ni a las consultas constitucionales, pero ya están reemplazando a las elecciones internas en nuestro país, (porque) les permiten a los líderes políticos tener más control, a la vez que más opacidad y más discrecionalidad (pues) privan a la gran mayoría de ciudadanos de la participación política y no abonan al empoderamiento democrático». (Ibídem).

Y ahí ubica el grave error de Morena pues le dio a las encuestas, un tratamiento de elecciones, «apelando a términos como “libres y justas”, “conteo o recuento de votos”». (Ibídem).

Todos los partidos de sumieron en esa regresión, llegó la izquierda electoral a gobernar y el país no avanzó un centímetro en ello, al contrario, dio pie al crecimiento de la simulación

En el bloque oficialista fueron más allá en el sentido negativo, sus protocolos para levantar las encuestas mostraron el enorme recelo, la profunda desconfianza de unos sobre los otros; el inmenso temor a que se practicaran las viejas prácticas, del viejo régimen, del viejo partido.

No podía haber retroceso mayor, y sin embargo lo hay.

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Y ese es la extrema violación al marco electoral vigente que está protagonizando sobre todo el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, el mismo que durante toda su vida política en la oposición pugnó por sacar de las contiendas electorales al presidente de la República y protestó ácidamente por el exceso de dinero (y la opacidad en torno a las fuentes financieras) aportado a las campañas de los entonces partidos gubernamentales, ya fueran PRI o PAN. 

Hoy todo es diferente. 

Bueno, ha llegado al colmo de hacer una parodia de las antiquísimas, respetables y respetadas ceremonias de muchos de los grupos originarios de México, consistente en la entrega de mando de la autoridad comunal, el bastón de mando.

Y lo hizo como si el relevo en la dirigencia de los movimientos sociales se pudiera transmitir hereditariamente.

Es en este aspecto en donde el saldo será más que negativo para el hombre que en un año se habrá retirado: Su actuación ha sido más que deplorable en el fortalecimiento de la cultura democrática entre los mexicanos,

Ha intentado, y lo ha logrado en muchos aspectos, sustituir a los otros poderes constitucionales al grado de exigirle a los legisladores federales de su partido que a sus proyectos no les deben cambiar «ni una sola coma».

Claudia Sheinbaum apareció como la ganadora de las encuestas ordenadas por Morena en un «inédito proceso democrático», como lo denominan los mismos morenistas, tal y como afirmó la ex jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, al hablar pocos momentos después de conocerse el resultado de las encuestas y afirmar que «… hoy ganó la democracia y soy la coordinadora nacional de defensa de la transformación por decisión del pueblo de México» (sic).

El resultado del proceso de Morena para designar a la persona que coordinará los «Comités de Defensa de la 4T» -que no existen- sorprendió a muy pocos pues las «señales» enviadas por el presidente a lo largo de los últimos dos años y medio fueron en el sentido de que Claudia era la favorita, y si mecanismo que se usaría sería el de las encuestas, entonces lo mejor sería lanzar una gran campaña para que fuera «conocida», por ello el uso masivo de espectaculares y mantas en todo el país.

Además de la gigantesca «cargada» en su favor. La inmensa mayoría de gobernadores, diputados federales, senadores y funcionarios del gobierno federal expresaron abierta o soterradamente (y en este caso, no tan discretamente) su apoyo a la Jefa de Gobierno de la CDMx, itinerante a lo largo de meses y meses en todo el país.

El procedimiento «democrático» de Morena concebido, diseñado y operado por el presidente, sustituyó a las distintas versiones que antecesores del viejo régimen emplearon para designar a sus sucesores. 

AMLO se convirtió, no en el «fiel de la balanza» que había sido José López Portillo, porque ahora el presidente, no sólo dijo quién era la indicada -desde hace más de dos años- sino que además designó a quienes debían participar en el proceso interno de Morena, que en una fase inicial excluyó a Ricardo Monreal, para luego incluirlo, en uno de los los procesos más denigrantes y deplorables que el escribiente haya atestiguado en contra de algún actor destacado de la clase política.

En la oposición, si bien hicieron un intento, tenue, por instalar un proceso democrático para la designación de la que será su candidata a la presidencia la República, Xóchitl Gálvez, tuvieron que recular ante la absoluta falta de pericia para llevar al cabo cualesquier proceso democrático, salvo, quizá, en cierta medida, el PAN, quien ha practicado procesos electorales internos, pero de magnitudes inferiores al que se aborda.

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Y, además, porque en el fondo del proceso del cual surge la hidalguense, buye soterradamente la disputa entre las cúpulas partidarias y los grupos de la sociedad civil que empujaron a la «ciudadanización» de la designación de la previsible candidatura de la oposición y lograron que los partidos aceptaran que pudiera no pertenecer a ninguno de ellos.

Así, en sólo nueve semanas Xóchitl logró ubicarse a la cabeza de los aspirantes de la oposición en todas las encuestas y hoy ha logrado colocar a su cuasi candidatura en plena competencia frente al bloque gubernamental.

Y eso sin tomar en cuenta lo que el día de mañana Marcelo Ebrard anuncie, al lado de un abigarrado grupo de seguidores.

Pueden constituir el margen de diferencia a favor de uno u otro bloque partidario en las elecciones presidenciales, las que se prevén serán tan competidas como las que distintas empresas preveén puedan darse en Chihuahua, merced a las encuestas realizadas, en las que el presidente tiene una aceptación ligeramente mayor al promedio nacional y Morena, su partido, obtiene ligera ventaja frente al bloque PRI-PAN.

«De acuerdo con los datos arrojados por la encuesta nacional “Evaluación de los Partidos Políticos” presentada por Arias Consultores, hasta el primer semestre del año, el 54% de los ciudadanos residentes en Chihuahua señaló a Morena como su partido predilecto, aunque cuatro puntos porcentuales por debajo de como terminó el año pasado… En el caso del PAN obtuvo el 25%, pero con un crecimiento de 12 puntos desde los resultados mostrados en diciembre del año pasado, en los que mostraba apenas el 13% de favoritismo». (Nota de Pavel Juárez / El Diario de Juárez, 7 de septiembre 2023).

En el rubro de menor aceptación entre la ciudadanía, -consistente, en la mayoría de los casos, la respuesta a la pregunta ¿Por qué partido usted nunca votaría?- el PRI lo encabeza con el 32%, por el 30 del PAN «seguido por Morena muy de cerca con el 29%». (Ibídem).

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Así que para los optimistas -de ambos bloques- que piensan que el triunfo está al alcance de la mano en Chihuahua, la novedad es que, para el escribiente, todo apunta a que tendremos, también aquí en el solar, una muy cerrada competencia y que los errores que cometan sus principales actores, en el ámbito local o nacional, tendrán directa repercusión en los resultados electorales, en el tránsito a la gubernatura chihuahuense del 2027.

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023

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Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario