Chihuahua, Chih.
“La derecha defiende los intereses de los privilegiados, en tanto la izquierda se preocupa por los desamparados”: Mario Bunge, filósofo argentino (1919-2020).
Recientemente, el Presidente López Obrador cumplió tres años de haber llegado al Palacio Nacional. Esto ha generado múltiples análisis por parte de diversos analistas, quienes inquieren acerca de los claroscuros que se han generado a lo largo de la presente administración.
Empero, un debate menos popular, ha sido el de la ideología que consagra al régimen en turno, pues para algunas personas (destacadamente el hoy secretario de gobierno de la CDMX, Martí Batres) el gobierno de AMLO ha implicado la llegada de la izquierda al poder; mientras para otros, esa idea no se ha cumplido cabalmente, a lo largo de los tres años que han transcurrido del presente sexenio.
Debo decir, este aspecto no es sencillo de analizar. Mientras MORENA (el partido de la coalición gobernante; en el cual Andrés Manuel López Obrador ha fungido como fundador y líder moral del mismo) se asume como un partido de izquierda; y en el espacio continental, el gobierno obradorista es parte de la ola rosa que ha teñido a América Latina de nueva cuenta; lo cierto es que, yendo con pinzas, podemos visualizar diversos contrastes muy relevantes.
Conviene comenzar diciendo que, para el escribiente, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador sí puede caracterizarse por su talante izquierdista.
Si bien, la vieja jerga de esta ideología partidaria no ha sido abundante en el presente sexenio, sí podemos destacar algunas acciones que, a mi juicio, inclinan la balanza a dicho lado del péndulo. En primer lugar, el gobierno de López Obrador ha dirigido las prioridades a favor de los más desfavorecidos del país, gesto claramente izquierdista.
Si los gobiernos neoliberales prodigaron la inversión, y el bienestar de las mayorías fue un fenómeno secundario en su agenda de gobierno; la dirección gubernamental parece transitar en sentido contrario en el gobierno obradorista.
Desde que tomó posesión, se ha hecho hincapié en el apoyo a los más necesitados, y esto se ha traducido en programas sociales de diverso índole (Jóvenes Construyendo el Futuro; 60 y más, etcétera). No discuto que, en algunos casos, la planificación de los mismos ha dejado que desear y, en algunos casos, hayan debido darse golpes de timón tardíos (como en el del INSABI y la falta de medicamentos que ha aquejado a la nación); pero la intencionalidad que subyace al aparato gubernamental es la del apoyo a los más desfavorecidos, y no en pos de los grandes capitales.
De hecho, la vieja jerga neoliberal, que resaltaba tanto en los viejos planes gubernamentales; ha sido poco notoria en la hoja de ruta de la 4T.
En segundo lugar, considero que el tener un gobierno austero es un hecho congruente con las ideas de izquierda.
A pesar de que no puede considerarse como una regla a seguir, diversos políticos de izquierda han mostrado su solidaridad con las clases más necesitadas o desfavorecidas.
El ejemplo más notorio es el del ex Presidente del Uruguay, Pepe Mujica (2010-2015) quien, a contrapelo de la naturaleza de la clase política mundial y la de su país, preconizó un ejercicio del poder austero y lo realizó con creces.
De hecho, una frase memorable de Mujica –al ser entrevistado en el ejercicio de su gobierno- fue que “el Presidente debía vivir como la mayoría de sus gobernados”; y como la mayoría de los ciudadanos (por lo menos en tierras latinoamericanas) forman parte de la clase obrera; el Presidente debía vivir como tal, austeramente, y no como un personero de élite.
Algo que no se puede regatear es que AMLO también ha seguido ese precepto. Mientras sus antecesores en el cargo vivieron en el boato y alejados de las necesidades sociales (Peña Nieto, dixit); AMLO ha intentado hacer lo que los Presidentes de México no hacían: caminar por las sendas de los pueblos; acercarse a sus gobernados; hacer giras por las poblaciones más recónditas del país y despreciar el avión presidencial viajando en clase turista. Esto también abona a su ideario izquierdista.
En tercer lugar, podríamos mencionar, su intención de repartir el pastel de manera más justa. Aunque este aspecto lo atraviesan claroscuros, podemos decir que, por lo menos, en el actual sexenio se han cobrado parejos los impuestos; incluso a los grandes contribuyentes que habían sido los grandes beneficiarios del neoliberalismo y de antaño.
Aunque, en efecto, no hemos tenido una reforma hacendaria de gran calado, como la que propugna Bernie Sanders en los Estados Unidos; o la que buscó realizar Francois Hollande, en Francia, a principios de la década pasada (donde los estratos más adinerados pagasen grandes volúmenes de impuestos) tiene el mérito de poner piso parejo al grueso de los contribuyentes; y quizá el Régimen de Confianza, empujado en la Miscelánea Fiscal del año venidero – empujado por el actual titular de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O- abone más a ello.
En otros asuntos, algunos críticos esgrimen la religiosidad de AMLO.
Deslizan –subrepticiamente- que un régimen de izquierda debe ser ajeno a creencias religiosas e inclinarse al positivismo en lugar del idealismo.
Discrepo parcialmente. Creo que, en los regímenes modernos, la práctica religiosa no debe reñir con las afinidades ideológicas ¡menos aún en sociedades modernas¡ ¡No porque Carlos Marx preconizara hace siglos, que la “religión es el opio de los pueblos” (frase que ha tenido miles de interpretaciones, desde la de Stalin o Enver Hodja; hasta la de Enrique Dussel) no quiere decir que esa idea no puede ser discutida! ¡Creo que las ideologías son perfectibles y pueden adaptarse a la realidad y a la circunstancia de los diversos pueblos! y creo que es lo que López Obrador ha hecho, en el curso del presente sexenio.
En el mismo tenor, algunos cuestionan la vaguedad de AMLO en algunos temas, tales como el matrimonio entre personas del mismo sexo o el aborto. Determinados analistas resaltan que el Presidente es conservador en dicha área; mientras otros, lo refieren de soslayo. Considero que, tal vez, el Presidente López Obrador tiene su opinión particular del tema. Empero, como un político hábil que es, no ha querido enemistarse con dos flancos que han avalado su gobierno: el de un sector de las feministas; así como de contingentes de iglesias cristianas.
Por ende, mantiene un discurso neutral, donde señala que pondrá a consulta dichos temas espinosos, aunque a la postre no suceda y las temáticas se disipen temporalmente.
Aunque creo que esta ambigüedad es estratégica, considero que, a pesar de la afinidad de la izquierda con estas causas, no todos los gobernantes de este signo han apoyado dichas iniciativas. Para muestra un botón, reconocidos gobernantes como el finado Tabaré Vázquez (quien vetó la interrupción del embarazo en Uruguay); Rafael Correa (quien actuó en consonancia) y Pedro Castillo (quien ha manifestado estar en contra de los matrimonios igualitarios, la interrupción del embarazo y la educación sexual, no obstante su talante izquierdista) ¡AMLO no sería el primero, tampoco el último (en dado caso)!
Finalmente, hay quien critica la persistente disciplina fiscal, como una continuidad del ideario neoliberal. Si bien, Milton Friedman (uno de los padres del neoliberalismo) preconizó y popularizó el déficit cero, al impulsar la desregulación del estado; la misma idea ha sido suscrita por diversos mandatarios de izquierda, destacando al chileno Ricardo Lagos; así como al uruguayo Tabaré Vázquez.
Este último, por cierto, resaltaba las bondades del equilibrio fiscal, idea que AMLO comparte ¿acaso buscar mantener el país sin un aumento de deuda considerable nos torna neoliberales? No lo considero así.
Como cereza en el pastel, diría que en el presente gobierno se ha apoyado a los trabajadores. Aunque la medida contra el outsourcing ha tenido claroscuros al implementarse; lo cierto es que la intención continúa siendo plausible. Lo mismo el combate a las factureras, que se habían vuelto un cáncer, a lo largo de los últimos gobiernos, ligado, un tanto, al status quo. Y con respecto a la militarización, ya he expresado en este espacio mi opinión en un artículo anterior.
En suma, por todo lo anterior, considero que la administración del Presidente López Obrador representa el arribo de la izquierda al poder. Aunque MORENA es un contingente donde convergen diversos idearios (no consideraría de izquierda a todos los gobernadores y gobernadoras del partido guinda, para empezar); en su Presidencia, sí existe esta intencionalidad. Por algo el grupo de Puebla, ha avalado su actuar. Faltan tres años pero “se hace camino al andar” como dijo el poeta Antonio Machado.
BUSCAPIÉ.
La socialdemocracia reconquista Alemania –de la mano de Olaf Scholtz- luego de dieciséis años. Angela Merkel le deja la vara alta; aun así, este hecho nos deja ver que, luego de los extremismos mundiales aquejando a las puertas de Europa, aún hay esperanza.