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AMLO: dos años

AMLO: dos años 1 de diciembre de 2020

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua, Chih.

“Que tú vengas a verme, un día en diciembre, que ya no te vuelvas a ir”

David Summers.


El día de hoy, el Presidente López Obrador cumple dos años al frente del ejecutivo nacional. Con un cambio de formas y fondos que se dejaron ver desde la campaña del 2018, y se aceleraron, con creces, durante la larguísima transición (en la cual, AMLO, con sus apariciones consuetudinarias, parecía el Presidente sin cartera, frente a un Peña Nieto declinante), López Obrador no sólo le apostó a un cambio de mando y de ideología, sino a una modificación paradigmática en la manera de hacer política. 

Su discurso de asunción, dos años atrás fue reflejo de ello; relevante punto de inflexión. Esto porque, mientras otros suelen insuflar lugares comunes y clichés en alegóricos discursos iniciales, López Obrador dio un duro diagnóstico de la realidad nacional, en el cual no dejaba bien parado a su antecesor, Enrique Peña Nieto, quien, con una mirada lánguida, escuchaba atento el rupturista discurso probablemente sorprendido, pues, luego de la dura carrera presidencial, la comunicación entre los equipos presidencial entrante y saliente había sido más la emulación de una transición de terciopelo, que de un cambio de régimen, como AMLO precisó en su pieza oratoria de comienzo de sexenio.

A juicio del opinante, el primer tercio de la autodenominada “Cuarta Transformación” ha gozado de notables claroscuros. Por un lado, el Presidente López Obrador ha podido cumplir con su programa, auxiliado por el poderío del cual goza en ambas cámaras del Congreso (en detrimento de la hegemonía regional, aún copada por la oposición); empero, estas acciones se han visto mermadas por el complejo escenario social y político al cual le ha tocado transitar a la presente administración.

 


Por ejemplo, es loable que se hayan magnificado los programas sociales, tendientes a hacer de México un cabal estado del bienestar. 

A contrapelo de lo esgrimido por otros analistas, creo que la expansión de los programas sociales tiene su mérito; máxime, en un contexto de crisis y depauperación nacional, como el que estamos viviendo. En la misma tesitura pondría a “Jóvenes Construyendo el Futuro”, programa insignia de la presente administración, en el cual ha tratado de remontar los clichés que existían en torno a la juventud y, en coordinación con una parte del sector privado, se han tejido alianzas para que los jóvenes puedan ocuparse como aprendices en diversos ramos de la industria y el sector económico. 

Ha tratado de paliar la desocupación juvenil, con base en alianzas estratégicas, dando esperanzas a un sector que ve la incertidumbre como algo cotidiano.

De igual manera, es de aplaudir la guerra contra el huachicol y la evasión de impuestos. Por lo menos, en el segundo renglón, el gobierno federal ha demostrado tener las ganas y las fuerzas para corregir este ancestral problema, pues, un problema multifactorial, como históricamente ha sido la evasión de impuestos, ha intentado ser abordado cuidadosamente por la 4T. 

No en balde, diversas grandes corporaciones que, hasta el pasado reciente, seguían subterfugios para el no pago de sus tributaciones, al día de hoy han comenzado a realizarlas. 

Empero, la nombrada “Guerra contra el Huachicol” pareció ser llamarada de petate, pues, del empuje del cual gozó al comienzo del sexenio, al día de hoy se ha escuchado sumamente poco en las narrativas nacionales (le ha valido escasa mención, a lo largo de las últimas alocuciones matinales).

Por otro lado, como lo comenté en su momento, dos iniciativas que me parecen sumamente pertinentes, son la descriminalización de la mariguana y la iniciativa presidencial para la regulación del outsourcing. Ambas son prueba fehaciente del contenido programático progresista de la actual administración, así como el genuino interés por los trabajadores que se ha venido manifestando desde la gestación de las campañas.

Sin embargo, la cuestión económica y la seguridad (aunado con el crecimiento de la pandemia, que le valió al gobierno federal un regaño por parte de la directiva de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han tornado en los talones de Aquiles de la presente administración, mismos que, al igual que otros renglones, ha atendido con luces y sombras. 

En la cuestión económica, el país no ha crecido a lo largo de un bienio, sino todo lo contrario; se ha estancado y ha decrecido. Primero, anclado en el factor sorpresa de inicio de sexenio; mientras, a partir del 2020, producto de la crisis económica mundial que se ha desatado, aparejada a la interminable pandemia de coronavirus que se ha enseñoreado con el planeta. 

Resulta plausible que el país no haya decaído, no se haya generado un aumento de la deuda y se hayan mantenido estables las finanzas, no obstante el aciago panorama. 

Sin embargo, la pendiente económica por la cual parece transitar la nación, encamina a la 4T a un triste destino económico, semejante al que se vivió durante el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988), con una crisis económica perenne, cuya recuperación se alcanzó, medianamente, apenas al final de dicha gestión. 

Si, eventualmente, todo saliera bien, y se lograra remontar este duro paisaje, la nación habrá retornado al punto de partida sexenal; pero no se habrá cuantificado un aumento notable del PIB; aun así, se habrá notado una mejor “repartición del pastel”, como obstinadamente ha tratado de enfatizar el Presidente, desde el comienzo de su administración, a finales del 2018.

De manera similar, la relación con los poderes económicos y los capitanes de la industria ha sido agridulce. Si bien, ha tenido cierto respaldo de algunos de ellos, determinadas decisiones tomadas por el primer mandatario (paralización del NAIM, así como de la construcción de la planta Constellation Brands, en Mexicali) han puesto al empresariado nacional contra la pared, y algunos de ellos han mostrado su molestia en diversas magnitudes, lo cierto es que la inversión sigue estando ahí. Sin embargo, el enunciado de separar al poder económico del político se ha tornado discordante, pues, aunque ahora las decisiones gravitan en torno al Presidente, resulta difícil de saber si los factores de decisión del pasado han dejado de serlo (quizás por eso, AMLO ha decidido tenerlos tan cerca, para así erigirse como árbitro de la contienda).

Finalmente, la seguridad sigue siendo una asignatura pendiente. Aunque la detención del “Marro”; del asesino de la familia Lebaron (en días recientes); así como de la detención y juicio en los Estados Unidos de Genaro García Luna (ex titular de Seguridad Pública, durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012)), han venido a abonar a su favor, lo cierto es que aún quedan bastantes cabos sin atar y deudas por saldar. 

Revivir la Secretaría de Seguridad fue un acierto de la 4T. Sin embargo, Durazo demostró que, no obstante sus ganas de servir y de ser un buen funcionario -sin duda lo es-, un sector tan escabroso como lo es la seguridad nacional no era de su especialidad. 

Caso contrario al de Omar García Harfuch quien, encontrando una situación dramática de la situación delictiva en la Ciudad de México, ha podido enfilar una estrategia acertada, al ser experto en estos delicados menesteres. En el mismo tenor, otro acierto de la 4T, ha sido el de revivir “Plataforma México”, una base de datos de cuestiones de seguridad echada a andar durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), que había sido abandonada durante la gestión de Peña Nieto ¡Ojalá la 4T le dé un buen uso, implementando la inteligencia!

En resumidas cuentas, el gobierno obradorista ha tenido aciertos, pero también errores que se deben enmendar. La universalización de la salud fue una buena idea desde que se mencionó desde la campaña; pero su implementación ha dejado múltiples yerros en el camino (algunos de ellos, lamentables), como el hecho de la carencia de medicamentos en los sanatorios públicos, que han afectado población sensible, como a los niños con cáncer. 

Un traspié de esa magnitud resulta inadmisible en cualquier gobierno, independientemente de su ideología o color partidario ¡Hago votos porque le encuentren una pronta solución, por el bien de todos! 

Asimismo, la estrategia contra la pandemia, seguida por el Dr. Hugo López-Gatell, ha tenido premisas verídicas (un sistema de salud con carencias, y una población con obesidad y desnutrición, producto de la mala alimentación que se ha prodigado por décadas); pero considero que debían haber sido más enérgicos con la utilización de los cubrebocas, así como con la implementación de las pruebas de detección. Las luces y sombras sexenales, se develan, también, en el ámbito sanitario.

Aún es pronto para hacer una evaluación terminante del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Lo cierto es que -a contrapelo de lo que sucedió con Peña Nieto en 2015- su estrella y su popularidad se mantienen en lo general, no obstante los claroscuros. 

Está por verse si le endosa dicha aceptación a su partido (MORENA), o si le cobran la factura en las megaelecciones del año entrante ¡en política, nada está escrito! 

Al tiempo.

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.