El inicio de la nueva administración estatal, encabezada por Javier Corral, en su primera semana, ha concitado, como desde la campaña electoral, opiniones contrastantes, polarizantes, generadas, y eso es lo sorprendente, por la aparente incoordinación -en la designación del jefe policiaco que recibiría la dependencia del anterior gobierno, Javier Benavides- entre el titular del Poder Ejecutivo, Corral, y su hasta ese momento encargado de la Comunicación Social, Antonio Pinedo, quien no fue informado de tal designación.
Tales hechos llaman a la preocupación. Primero, porque, a sabiendas del conflicto existente entre esos dos personajes no le fue comunicado al vocero y, segundo, la existencia misma de ese conflicto, lo que revelaría que no fue consensuado al interior del grupo gobernante.
Prácticamente al mismo tiempo, la declaración del Secretario de Educación, Pablo Cuarón, acerca de las cuotas escolares, reflejó, otra vez, la incoordinación del nuevo grupo gobernante pues era obvio que se desatarían las críticas hacia lo que parece un desistimiento de las promesas de campaña, hecho que vino a corroborar la afirmación del mismísimo gobernador acerca de su pretensión de mantener vigente las foto multas, a pesar de que su oposición a ellas formó parte central de su campaña.
Esas desavenencias tempranas, y la composición del nuevo gabinete echaron por tierra la atención que debiera merecer el mensaje de Javier Corral en la toma de posesión.
Casi simultáneamente, el gobierno de Corral sostenía su primer diferendo público con el entonces alcalde electo de Juárez, originado por el anuncio de que Jorge González Nicolás sería nombrado Director de Seguridad Pública Municipal. Las declaraciones entre uno y otro fueron, políticamente, muy graves y se presentaron en el momento en medio de una más preocupante oleada de ejecuciones, presente desde principios de julio.
El nombramiento de esos personajes ha generado una muy justificada desazón en amplias capas de la población. La pregunta es hasta natural ¿Es que no hay de otros para la seguridad pública? ¿Puros reciclados y con cuestionamientos de alguna parte de la sociedad?
Corral y Cabada deberán asumir que una parte muy importante del electorado que votó por ellos no les avalará en todas sus acciones. En el caso del panista debiera entender que muchos votaron por él debido a su oposición a César Duarte y su proyecto continuista y que el apoyo otorgado al ex senador dependerá de su desempeño al frente del gobierno.
Y el alcalde juarense está en condiciones más desventajosas, no tiene tras de sí un partido y sus militantes y simpatizantes; no, su base de apoyo es más frágil porque le apostó a desempeñarse al margen de los partidos políticos, lo que significa, no solamente no tener a un partido y sus militantes, sino, incluso, una mayor observación ciudadana que los funcionarios emergidos de los partidos pues las expectativas son de que hará cosas muy distintas a estos, pero si en la seguridad pública coloca a uno de los funcionarios duartistas más criticados, de inmediato las críticas serán más severas.
Mantener la confianza depositada en ellos es esencial para todos los funcionarios, especialmente los de elección popular, pero Corral y Cabada deberán trabajar horas extras en ello pues a Corral se la otorgaron en una especie de referéndum a los gobiernos priistas, especialmente a los integrantes de la cúpula duartista, pero no solamente, y ahí están las candidaturas derrotadas de Murguía y Lucy Chavira, y las de la mayoría de los candidatos a las diputaciones.
Y Cabada, así como Alfredo Lozoya, el alcalde independiente de Parral, ganaron una elección referendista acerca de la vigencia de los partidos políticos.
Abrumadoras mayorías los prefirieron muy por encima de aquellos, al igual que a Corral, por tanto, sus responsabilidades son mayores, por ello, no pueden desdecirse de sus promesas de campaña.