Juárez, Chih.
El balance de los primeros 100 días de la administración de Javier Corral, es, como todos los que se presentan, una mezcla de logros, errores y deficiencias, pero es, sobre todo, la definición del rumbo del nuevo gobierno.
Las condiciones en que recibieron la administración serán, sin duda, determinantes, por lo que se ve, de todo el quinquenio; es de tal dimensión la crisis de las finanzas públicas que obligarán -y no solamente por la determinación para hacerlo- a un severo ajuste y restricción del gasto público; que pasan, necesariamente, por una reducción de la planta laboral, de la inversión pública y de las expectativas de crecimiento económico.
Además, a juzgar por la conducta asumida por los inversionistas extranjeros, derivada de las declaraciones del presidente Donald Trump desde la etapa de presidente electo, es probable que haya una detención en el crecimiento de empleos de la industria maquiladora, sobre todo la ligada a la producción norteamericana, y no solamente la de esta nacionalidad.
Ambos factores determinarán, seriamente, el rumbo económico de Chihuahua de los próximos años.
Por otra parte, las expectativas creadas por el ascenso de Javier Corral al gobierno de Chihuahua pueden ser mayores a las verdaderas conquistas que alcance su gobierno, pero fruto de su propia dinámica y no tanto de lo que le impongan las condiciones de la entidad o del país.
Al referirse a ello se tiene en cuenta los ya preocupantes episodios en los que la característica principal es la falta de congruencia con lo sostenido en campaña y lo efectuado ya como gobernantes.
Por las condiciones en que llegaron al gobierno es que tienen menores márgenes de equivocaciones o de incongruencias; no era eso lo que se esperaba de un gobierno al que perfilábamos democrático o, por lo menos, mucho más atento a los reclamos democráticos de los chihuahuenses.
Y no es que ya se le pueda clasificar de lo contrario, pero de que tiene un mayor compromiso con los reclamos democráticos de la sociedad, es indudable, de ahí que cumplir con la agenda en materia de honestidad y austeridad presupuestaria es, apenas, parte de las cosas que están obligados a realizar.
Preocupa que a pesar de todos los anuncios del enorme despilfarro del gobierno de César Duarte, el ahorro alcanzado en el primer trimestre sólo sea del orden de los 400 millones de pesos, que llegará en el año a los mil 700 en el año, que significan poco menos del 3% del presupuesto del gobierno estatal, una cantidad infinitamente inferior al exceso neroniano del gobierno de César Duarte descrito, no solamente por los nuevos gobernantes, sino por una gran cantidad de chihuahuenses.
De ese modo es como se pueden clasificar las medidas de austeridad anunciadas en días recientes por el gobierno del amanecer, en las que se echa de menos, fundamentalmente, la disminución de los salarios de los funcionarios de los primeros niveles de gobierno. Ni por asomo fueron capaces de, por lo menos, esbozar una disminución de sus privilegios, entre los que sí contamos, y eso porque la presión popular es enorme, es la suspensión del pago de los teléfonos celulares y algunos otros pequeños ahorros, pero de sus salarios, nada.
Esa disminución presupuestaria, económicamente, pudiera no ser tan importante, pero sí significaría un gran gesto de solidaridad de los nuevos gobernantes para con su pueblo, cosa que hasta ahora muy pocos gobernantes han realizado, destacadamente el de Nuevo León, El Bronco, con una disminución del 20% de los salarios de todos los funcionarios de los primeros niveles.
¿Por qué no emularlo?