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AIFA: Misión cumplida  ¿Resultará?

AIFA: Misión cumplida ¿Resultará? 22 de marzo de 2022

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua, Chih.

“Los pilotos no disfrutan de caminar. A los pilotos les gusta volar”: Neil Armstrong, astronauta estadounidense (1930-2012).

El día de ayer, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), construido en los terrenos donde hasta hace poco estuviera situada la Base Militar de Santa Lucía, en Zumpango, Estado de México; fue inaugurado por el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Cabe destacar, este sitio ha sido manzana de algunas discordias. Por ejemplo, desde el inicio de su sexenio, AMLO propugnó que él no continuaría con la construcción del NAIM (Nuevo Aeropuerto Internacional de México, por sus siglas) y, en su lugar, se echó a andar el actual aeródromo, reivindicando aquella vieja idea de principios del 2000, que proponía la construcción del mismo en el municipio metropolitano de Tizayuca, Hidalgo. 

El mecanismo de ejecución también es distinto, pues, si el NAIM -en su malograda existencia- era una especie de asociación público-privada donde convergían intereses de ambos lados y su ejecución se fraguaba con el impuesto a los aeropuertos (hecho muy resaltado por algunos comentaristas de oposición); el AIFA fue llevado a cabo con una partida federal, destinada ex profeso a tal propósito. 

Hasta en las formas hubo distinciones: el NAIM era de carácter civil, inmerso en el globalismo que tanto gustaba a la tecnocracia de las gestiones anteriores; mientras el AIFA fue realizado -desde su diseño, hasta su supervisión- por ingenieros militares, quienes tuvieron la encomienda de realizar tan añorada obra en poco tiempo. 

Parece una lucha de la arquitectura nacionalista de viejo cuño (Pedro Ramírez Vázquez, Mario Pani, dixit), contra los preceptos de la posmodernidad en curso ¡Si Norman Foster es un arquitecto señero, versado en estas lides (ha diseñado varios aeropuertos de gran calado en el mundo actual), la 4T prefirió al Arq. Francisco González (ideólogo del AIFA), así como a algunos ingenieros y diseñadores anónimos que cumplieran la misión en nombre de la Patria! y un último detalle: el NAIM no pudo estar listo en un sexenio ¡Y el AIFA se entregó en tiempo y forma (aunque falten detalles, la fecha fatal fue cumplida, lo cual políticamente es un logro interesante)!

Por otro lado, el debate mayor es si el AIFA logrará ayudar a resolver la saturación máxima que, a la fecha, enfrenta el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. 

Y es que, en sólo siete décadas, la otrora emblemática obra de tiempos de Miguel Alemán (1946-1952) fue alcanzada por el destino. 

De ser un moderno aeródromo situado a las afueras de la capital del país (gente como Héctor Peralta Sandoval describe que en los “Llanos de Balbuena” se realizaron las primeras incursiones, y en este sitio fue inaugurado el AICM, tiempo después), el veloz crecimiento de la CDMX redundó en que el gran aeropuerto de su generación quedara concentrado en medio de la mancha urbana. 

No sólo eso: el centralismo aeroportuario ha llevado a que las operaciones se saturen paulatinamente. Y aunque ha habido ampliaciones en las últimas décadas; éstas se han visto como remiendos o aspirinas para un problema que ha tendido a empeorar con el paso del tiempo (el cual, curiosamente, sólo la pandemia amainó, pues los viajes disminuyeron en 2020 con la llegada del coronavirus).

En este tenor, es importante resaltar que, desde la llegada del siglo XXI, se buscaban soluciones para remediar este cuello de botella. 

A contrapelo de lo sucedido en la actual administración, el ex Presidente Fox (2000-2006) apoyó la creación de un nuevo aeropuerto en Texcoco. La idea parecía cristalizarse e ir viento en popa; pero la aparición de los campesinos de Atenco, bajo el liderazgo de Ignacio del Valle (quienes alegaban que el gobierno federal quería comprar sus tierras a precios miserables), y la violencia con la cual fueron reprimidas sus manifestaciones (en las cuales implicaron a Enrique Peña Nieto y a Eduardo Medina Mora, a la sazón gobernador del Estado de México y Secretario de Seguridad Pública Federal, respectivamente) terminaron por abortar la misión, pues el costo político estaba siendo demasiado alto para el foxismo. 

Su sucesor, Felipe Calderón (2006-2012) no sacó de la congeladora tan delicado asunto; hecho que sí hizo el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) cuando, al inicio de su gestión, presumió, vía Aurelio Nuño (entonces Jefe de la Oficina de la Presidencia) que se construiría el consabido Aeropuerto de Texcoco. 

Para tales efectos, Nuño deslizó pomposamente que no se replicaría el conflictivo escenario que había enfrentado el foxismo, pues, dejó entrever, los terrenos ya habían sido comprados a los ejidatarios de la región. 

Luego, el sexenio de Peña Nieto terminó y la obra no había quedado concluida. La continuidad del mismo dividió a los candidatos y sus equipos. Mientras José Antonio Meade (PRI) y Ricardo Anaya (PAN) se decantaron porque la ejecución de la obra continuara; el candidato puntero mostró una posición ambigua: en algunos momentos se pronunció por detenerlo; mientras, en un momento de la campaña dejó entrever que dejaría a la iniciativa privada continuar con la construcción del mismo, sacando al gobierno federal de tan alta responsabilidad. 

Sin embargo, en el seno de su equipo estaban divididos, pues se dice que los “moderados” de la 4T (Carlos Urzúa -quien terminó rompiendo su lazo con el gobierno- y Alfonso Romo -quien también dejó la Oficina de la Presidencia, la cual fue extinguida-) estaban a favor de continuarlo; mientras los radicales se inclinaban por su desaparición.

Al parecer, el Presidente escuchó al ala radical de su gabinete, y el NAIM terminó siendo suspendido de raíz. Aunque intentó darle barniz legal a esta decisión, llevando a cabo foros televisivos y una consulta; lo cierto es que la ejecución de esta última pareció llevarse a cabo con premura y con rapidez, no pudiendo ser representativa para decidir sobre una obra tan delicada. 

Ejemplo de esto es que, en lugar de ser organizada por el INE, a nivel nacional, con los candados legales necesarios, se convirtió en un plebiscito informal, organizado por partidarios de MORENA, al cual acudieron a votar poquísimos ciudadanos. 

Teniendo este escenario como antecedente, el Presidente López Obrador tomó la decisión: ¡suspender la construcción del NAIM! Aunque el daño ya estaba hecho, pues los inversionistas demandaron en el extranjero, y el gobierno tuvo que desembolsar grandes sumas de dinero para pagar las moratorias por incumplimiento. 

Aunado a ello, la detención de tan magna obra llevó a que la confianza en el estado por una parte de los inversionistas nacionales e internacionales, se viera trastocada con una decisión tan intempestiva.

Empero, la víspera, Javier Jiménez Espriú, quien fuera el primer Secretario de Comunicaciones de la 4T, dio una versión mucho más objetiva. 

Comentó que, técnicamente, la realización del NAIM era inviable, pues los suelos del Lago de Texcoco no eran los adecuados para una obra de esa envergadura, y, con el tiempo, podría verse afectado por inundaciones y sismos. 

No obstante, el Ing. Jiménez Espriú refiere que el error presidencial fue politizar la decisión, cuando debió presentarlo como un tema de viabilidad técnica. A este respecto,  Espriú señala que el NAIM fue el “pecado original de López Obrador”, pues lo que fue una decisión acertada, se convirtió en cuestionada debido al énfasis inadecuado que se le dio. 

Por ende, Espriú comenta que la realización del AIFA fue una decisión acertada del gobierno federal.

El AIFA es la primer obra emblemática de la 4T en ser inaugurada (faltan la Refinería de Dos Bocas y el Tren Maya). 

Por lo que se pudo ver reflejado en los medios de comunicación, parece ser un aeropuerto bien realizado, con una bella infraestructura y componentes estratégicos. Me parece sumamente interesante que hayan decidido incluir un Museo del Mamut adentro del mismo, pues, más allá de ser una oda al consumismo, el gobierno federal continuó con su narrativa de hacer extensivo el conocimiento de la historia al imaginario popular; y con un recinto de este tipo, se abona con creces para el cumplimiento de dicha meta. 

Lo mismo puedo decir de la torre de control, la cual parece seguir las tendencias de la arquitectura contemporánea.

Sin embargo, sí creo que el AIFA se encuentra sumamente lejos de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. 

Salir de la misma no es nada sencillo; y menos en tiempos de tráfico y saturación. Y si a ello le agregamos que el AICM se encuentra muy bien conectado; podemos decir que el gobierno federal tendrá una colosal asignatura pendiente.

Me da gusto que el gobierno federal haya podido cumplir su promesa. 

Espero que, en poco tiempo, logren convencer a quien corresponda de la viabilidad de dicho recinto, pues, mientras la calificación aérea siga degradada, es difícil pensar que las grandes aerolíneas del mundo piensen siquiera en arribar al AIFA. 

Pero esa, es otra historia. Por el momento, podemos suscribir lo dicho por el Secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval: ¡Misión Cumplida, Presidente!

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.