Chihuahua, Chih.
“… nosotros en México, a partir del 1 de diciembre (de 2018), vamos a ofrecer empleo, trabajo a migrantes centroamericanos, ese es un plan que tenemos… No es atender el asunto sólo con deportaciones o con medidas de fuerza, sino dando opciones, alternativas: AMLO. (El Economista, 17/III/23).
Ocurrió -hasta ahora- lo que muchos habían previsto. Ningún mando, ni siquiera mediano, ha sido acusado de alguna responsabilidad del incendio del Centro de Detención de migrantes.
Nadie, ni siquiera por una pizca de vergüenza, ha sido capaz de renunciar, o pedir licencia su cargo.
En esa conducta, no sólo los avala, sino que protege el presidente de la república. Ni Adán Augusto López, ni Marcelo Ebrard, ni Francisco Garduño, el Comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM) declararon cosas más allá de las iniciales, y luego, a callar los mandó el presidente, que en su lugar (y por él) hablaría Rosa Isela Rodríguez, Secretaria de Protección y Seguridad.
En cualquier país medianamente democrático, o con un gobierno de ese talante, Adán, Marcelo y Francisco hubiesen sido obligados a renunciar a sus cargos; o ellos mismos habrían presentado sus respectivas renuncias, por lo menos mientras se realizan las investigaciones.
En esos países el presidente se hubiera presentado en el lugar de los hechos, o en los hospitales y habría hecho públicos los mensajes dirigidos a los mandatarios de las naciones cuyos paisanos son víctimas de los fatales hechos del 27M juarense.
Y se habría reunido con algunos de los afectados.
En el México de hoy, eso no ocurre. Ni ocurrirá.
Tenemos un presidente preocupado, casi exclusivamente porque su imagen no se deteriore; preocupado y ocupado en pasar a la historia como uno de los próceres nacionales.
La otra parte de su tiempo la dedica a darle continuidad a su proyecto y en perpetuarse a través de la corcholata que designe como sucesor.
Una acotación, ya necesaria para el escribiente: Incomoda seriamente usar el peyorativo término de corcholatas para los aspirantes a la candidatura de Morena. No lo merece el país; no lo merecemos los mexicanos.
Hoy, como hace meses la otra, Claudia Sheinbaum en el accidente (el más grave hasta ahora) del Metro, Adán y Marcelo se comportan del modo que el presidente les indica, presos de la ambición, a costa de lo que sea, por sentarse en la silla presidencial.
Adán debe renunciar porque es el responsable de la política de migración y con los días sabremos qué funcionarios que formalmente dependen de la Secretaría de Gobernación, a través del INM, fueron quienes autorizaron las contrataciones del personal de seguridad privada en todos los centros de detención, que destilan pus.
Marcelo debe renunciar porque a él, el presidente, mediante un acuerdo, le asignó la atención de la migración, como si esto formara parte de los asuntos que la Secretaría de Relaciones Exteriores debe atender y Ebrard no fue capaz de decirle no al presidente.
¿Cómo van a renunciar si ambos andan en plena actividad campañera, en horarios de trabajo y usando recursos públicos, como si fueran propios, y no, no lo son, ni los recursos ni el tiempo empleados?
Al día siguiente de la incendiada noche juarense, uno de ellos, Adán, tranquilo, cachazudo, resbaladizo, intercambiaba frases melodiosas con el periodista Joaquín López Dóriga, en horas de trabajo. Y ahí aprovechó para deslindarse -no, no es mi responsabilidad, porque mediante un acuerdo en el gobierno, decidimos que no sería el responsable de la política migratoria. Se decidió que fuera Marcelo.
Este, casi a la misma hora, divulgaba en Monterrey su libro, suyo de él, que no habla de algún programa a desarrollar en el país bajo su conducción, o de las cosas que él cree se deberían hacer; no, es un libro que sólo habla de él, de lo muy bueno, eficaz, eficiente, dedicado, etc. que es.
¿Y Garduño renunciará? ¿Qué espera?
¿Tendrán responsabilidades penales y/o administrativas? Eso lo deberán determinar las autoridades judiciales, pero lo procedente es que se alejen de sus puestos para permitir que las investigaciones se practiquen sin su interferencia.
Vamos, hasta para el saneamiento de su propio proceso interno, tanto Adán, como Marcelo y Claudia debieran renunciar y dedicarse de tiempo completo a lo que ahora hacen usando recursos públicos no destinados para ese fin.
Pobre país.
Tres tragedias retratan de cuerpo entero a los gobernantes. Cada una ocurrió bajo un gobierno emanado de los tres partidos que han sentado a uno de sus miembros en la silla presidencial.
El incendio de la guardería ABC se convirtió en uno de los eventos emblemáticos del gobierno del panista Felipe Calderón y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa retrató al del priista Enrique Peña Nieto.
La colusión de gobernantes y empresarios hizo posible la tragedia de la guardería. A su vez, la desaparición de los 43 evidenció como nunca la colusión de gobernantes y militares con el crimen organizado.
Ahora, la tragedia de Juárez evidencia a la política migratoria y al gobierno, quizá, más sometido al de Estados Unidos, que hace lo mismo que sus antecesores: Estridentes críticas a los gobernantes norteamericanos, increíble retórica nacionalista y en lo oscurito obediencia plena.
Y en los tres episodios la corrupción a su máximo nivel.
Ah! Pero nosotros no somos iguales.
No, son peores, por las mismas razones que tanto se criticó al PAN cuando empezaron a acceder a los puestos de gobierno. Son peores porque llegaron al gobierno blandiendo su calidad moral, porque dijeron que no eran corruptos, que limpiarían al país de semejante lacra.
Basta un solo dato: El gobierno de López Obrador supera al de Peña en el porcentaje de contrataciones vía adjudicación directa. Si aquel rebasó el 80%, el actual ronda el 90% de todas las compras y contrataciones por esa vía privilegiada. Las licitaciones son cosa rara, extraña, hasta repugnante para este gobierno.
Y esa corrupción asoma en todo lo referente a la migración. Moches y mordidas a lo largo de todo el proceso migratorio; extorsiones, robos y contratos de servicios y prestaciones a las empresas “amigas”.
Claro, se le fincarán cargos a los empleados directamente responsables de los hechos, pero los encargados de delinear la política migratoria son los verdaderos.
Ellos son quienes aprobaron las condiciones, estructuras, y diseño de las cárceles a las que llaman pomposamente Centros de Detención Migratoria, en clara violación a toda la normatividad migratoria internacional.
Peor. Las autoridades, funcionarios y empleados migratorios mexicanos superan al shérif Joseph Arpaio en la conducta abiertamente racista en contra de los migrantes. Ese es el relato constante de los migrantes hoy presentes en México.
No les falta razón, hay, en los gobernantes mexicanos, una absoluta falta de empatía, no sólo del presidente, sino de prácticamente todos los gobernantes.
Es que los muertos y los heridos no votan en México si no, ya hubieran hecho filas en los hospitales, en los funerales y, sobre todo, en los medios de comunicación, para condolerse de ellos y expresarles que su dolor, también es suyo.
El colmo es el presidente.
Viajó más de 2 horas el viernes para participar en un evento de solo una; no se reunió con nadie más que con los suyos; que son muy suyos pues, finalmente es el patrón de los “servidores de la nación”.
¿Cuánto habrá costado movilizar a centenares de ellos, sólo para escuchar un breve mensaje del presidente y de la secretaria del bienestar, reunión que fue “privada” en virtud, supuestamente, de la tragedia de la noche del lunes anterior?
Como ha sido la regla del actual gobierno, en cada tragedia en la que pudiera achacársele responsabilidades, el presidente que ha tenido en el incendio del 27M “uno de sus momentos más dolorosos”, no fue capaz, siquiera, recibir aunque fuera unos momentos a los migrantes que le exigían, le imploraban, le gritaban, le increpaban, lo hiciera.
Y como todo lo hace en función de los tiempos electorales, se enfrascó en un patético debate, gritería por momentos, con una de las activistas antimilitaristas, a la que acusó de ser enviada de la gobernadora: "Que se me hace que te mandó Maru, mi amor”.
- No, señor, no; esa señora tampoco nos representa, mucho menos, señor.
Cony Gutiérrez, quien forma parte de un colectivo contra la militarización, declaró posteriormente que "Su respuesta a mi pregunta, argumentando que Maru Campos me mandó, es su incapacidad de dar respuesta a lo sucedido en nuestra ciudad. En lugar de buscar resolver la situación, nos llama opositores, es un patriarca que cree que no tenemos la capacidad de pensar y que alguien nos manda para estar en contra de él”. (Nota de la redacción, El Diario de Juárez, 1/04/23).
*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022
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