Un fantasma se apareció en la semana en Chihuahua, el de Jaime Rodríguez, El Bronco gobernador de Nuevo León, quien a un año de asumir el gobierno obtuvo un 5.8 de calificación, en la evaluación realizada por los ciudadanos en una encuesta efectuada por el periódico Reforma (4/X/16).
Menos de la mitad -45%- le otorgó una calificación superior al 7 y 58 de cada 100 ciudadanos afirman que las cosas siguen igual que antes y solo 14 de cada 100 creen que han mejorado.
La mejor explicación para tan bajas calificaciones obtenidas por el primer candidato independiente en ganar una gubernatura, es la de que un buen número de las promesas efectuadas en la campaña electoral no fueron cumplidas o, peor aún, se realizaron acciones gubernamentales contrarias a aquellas promesas.
No sólo para aquel personaje, sino en general para toda la clase política, lo más importante es guardar la congruencia y que exista, además, coherencia en la conducción de la “cosa” pública.
El bono democrático otorgado por la ciudadanía a los ganadores de verdaderas elecciones referendistas, como lo son El Bronco y el gobernador Javier Corral, no es para toda la vida y para todos los asuntos, menos en los días que corren, por la creciente importancia de las redes sociales para moldear opiniones y posturas en una parte muy importante de la sociedad y, además, por el papel que jugaron las redes sociales en los triunfos de ambos personajes.
Honrar las promesas lanzadas en la campaña debiera ser la divisa central del gobernador Corral; no puede haber taxativa alguna, la confianza depositada en él por cientos de miles de chihuahuenses estuvo basada en, primero, la esperanza de que habría una conducta intachable en los compromisos adquiridos, especialmente en el de enviar a César Duarte a la cárcel (que muchos lo sabemos, es enviarlo a los tribunales, es fincarle cargos con suficientes evidencias para que el Poder Judicial no lo libere) y de efectuar la limpieza de las finanzas del gobierno de Chihuahua, mediante el combate irrestricto a la corrupción.
Para llevar al cabo tales acciones, Javier Corral requiere del apoyo de la sociedad, sin duda alguna, pero deberá ir por delante la confianza de esa sociedad, ganada a pulso por el gobernante, frente a cualquier situación.
Por ello cobra mayor importancia la postura del nuevo gobernante frente a los dos asuntos que mayores críticas le han sobrevenido: El de las cuotas escolares y el de las fotomultas.
Por desgracia no son los únicos asuntos preocupantes en este fulgurante inicio de la nueva administración, el diferendo en el nombramiento de los responsables de la policía estatal, Javier Benavides, y el de Jorge González Nicolás, en la municipal de Juárez por Armando Cabada, es de un relieve aún mayor que aquellos, si es que se puede clasificar de esa manera tan espinosos asuntos.
Son de tal importancia los desaciertos cometidos por el nuevo equipo gobernante, en lo que fue un sorpresivo inicio del gobierno de Javier Corral, por el número de contradicciones y la importancia de ellos, y por la creciente desazón provocada en no pocos sectores de la población, que el brillante discurso (así contenga destacados asuntos no contemplados en él) de la toma de posesión del martes anterior no recibió la mayor de las atenciones de los chihuahuenses, se perdió.
Habremos de rescatar los aspectos sobresalientes, como el de entablar un debate a nivel de iguales con el Congreso, la idea de eliminar el fuero para el gobernador, la revocación del mandato, la creación del Consejo de la Judicatura Ciudadana, etc.
Los antecedentes políticos de Javier Corral (salvo algunos “negritos” como cuando defendió en un buen numero de debates parlamentarios a Felipe Calderón, en la primera mitad del gobierno de éste y el de su voto a favor de la reforma educativa), sus indudables cualidades políticas y las no menos destacables parlamentarias, lo convirtieron en candidato natural de amplias capas del campo de la democracia chihuahuense y de la izquierda, y no solamente por su actitud frente al ex gobernante César Duarte, postura que le redituó, sin duda, incontables simpatías.
Sus posturas en una buena cantidad de asuntos le han ubicado claramente en el campo de los impulsores de la democracia y de la transición democrática del país.
Igualmente, destacó por su oposición a la reforma energética, la laboral, la fiscal, la de telecomunicaciones; a la ley Televisa; por sus críticas a los presidentes Fox y Calderón, la cruzada al interior de su partido para rescatar la asunción de una forma ética de actuar políticamente, etc., son algunas de las cosas que le hicieron merecer el acompañamiento de un buen número de destacados integrantes de la élite política y académica del país, en su segundo intento por ganar la gubernatura de Chihuahua.
Sus posturas frente a la necesidad de cambiar al régimen existente lo han ubicado junto a personajes de la izquierda, así como la crítica realizada a los acuerdos celebrados entre el PRI y el PAN, en particular el Pacto por México, lo que le llevó a declarar frente a sus excompañeros senadores que la “época del PRIAN” se había acabado.
Pero al dejar al garete una infortunada declaración de su Secretario de Educación, Pablo Cuarón, dio pie a que las redes sociales, que tanto contribuyeron a su triunfo, se convirtieran en el vehículo de la indignación de una buena parte de la sociedad chihuahuense y del escarnio de otra.
La frase de Cuarón será recordada por muchos, si es avalada por la conducta del gobierno de Corral, como la viva muestra de lo que son los candidatos: En la campaña te prometen el puente y el río, al fin y al cabo que son promesas del “corazón”.
Pudieron realizar una sosegada declaración, basados en la escasez de recursos con que asumieron el poder, esperarse a que fueran los tiempos de inscripción, mostrarle a los chihuahuenses el inmenso mundo de dinero que significa para el gobierno la cancelación de los pagos de inscripción en bachillerato y profesional y, entonces, proponer un sistema diferenciado de pagos de cuotas de inscripción, de acuerdo a los ingresos económicos familiares.
Para darnos una idea de la barbaridad propuesta por todos los candidatos al gobierno de Chihuahua, lo cual no descalifica la bondad de tal promesa, basta con calcular en 500 pesos la cuota de inscripción de alrededor de 80 mil alumnos del Colegio de Bachilleres, o los 400 millones de pesos que recibe por ese concepto la Uach, y de manera semejante la Uacj. Sólo en esas tres instituciones se superan los mil 200 millones de pesos que el nuevo gobierno debería erogar para mantener su actual presupuesto.
Del mismo modo, sorprende el desaseo mostrado en el tema de las fotomultas. Los argumentos usados por Corral en la entrevista concedida a Canal 28 (único medio local al que se le otorga tal privilegio) son los usados por la anterior administración, no tienen afán recaudatorio, dijeron, los anteriores y los actuales, es para la prevención de los accidentes.
Podemos otorgarle el margen de la duda a los actuales gobernantes, pero ¿Por qué no experimentar con otras medidas a fin de combatir las elevadas velocidades en las grandes avenidas, que los expertos pudieran aportar?
Peor, el Congreso del Estado es el que tendría que aprobar tal medida, en cualquiera de las dos vertientes: La primera, que la derogación de las fotomultas, promovida por Duarte y aprobada por la legislatura aún no se publica por el periódico oficial del gobierno, lo que podría dar lugar a que la vetara Javier Corral, le hiciera las observaciones y devolverla al Congreso y éste aprobar esas observaciones, pero si el líder de los diputados panistas, Miguel Latorre, ha dicho que su bancada no lo aprobará, entonces el gobernador estaría obligado a publicarla y si no lo hace, el Congreso del Estado lo haría y se convertiría en ley, ante lo cual el gobernador Corral tendría que enviar una nueva iniciativa de ley para derogar a la derogada.
¿Para qué tanto enredo?
Si lo anterior es un galimatías, el enojo popular no lo es. Y no son los medios de comunicación “interesados”, o el priismo derrotado el que da sustento a las críticas y a la desilusión, sino el de las promesas incumplidas, expresadas directamente por algunos de los más destacados integrantes del nuevo grupo gobernante.
Del mismo modo, ante el gravísimo diferendo al interior del gobierno estatal, desatado entre el “provisional” jefe de la policía estatal, Javier Benavides, y el encargado de Comunicación Social (ya que aún no hay nombramiento oficial), Antonio Pinedo; y el del gobernador Corral con el presidente municipal electo, Armando Cabada, con motivo del nombramiento de Jorge González Nicolás, no puede haber soluciones parciales, ambos jefes policíacos deben irse (bueno, es un exceso, uno de ellos todavía no llega y el otro aún no recibe nombramiento).
Argumentos para sostenerlos puede haber muchos, pero uno solo los derriba, Corral y Cabada están obligados a respetar, mantener y elevar la confianza de sus conciudadanos y en este tema, más allá de la veracidad o no de las acusaciones hacia los dos jefes de la policía, amplias capas de la población les tienen una inmensa desconfianza, sobre todo al ex fiscal general.
¿Cómo gobernar bajo los mejores augurios, cómo hacerlo rememorando las históricas tardes en las que miles y miles de chihuahuenses, exultantes, confiaban en el triunfo de ambos personajes y de que gobernarían bien?
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