Chihuahua, Chih.
Tras la reciente decisión del presidente López Obrador de enviar de vuelta a cientos de efectivos militares a laborar en las tareas de seguridad pública correspondientes a las autoridades locales, durante los próximos cinco años restantes del sexenio actual, aún cuando había prometido lo contrario cuando era candidato presidencial, el debate suscitado en la sociedad mexicana continúa vigente.
Cientos de mexicanos sentimos de vuelta el dolor de la guerra, así como el olor desprendido de las unidades militares color verde olivo que circularon por nuestras calles y avenidas desde aquel 11 de diciembre de 2006, en los albores de la lucha contra el narcotráfico propiciada desde las altas esferas del entonces gobierno del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.
No obstante, ahora los efectivos militares cambiaron de piel utilizando insignias blancas y negras de la Guardia Nacional, sin embargo, a fin de cuentas es un regreso a la militarización de la vida pública del país, un vislumbre del calderonismo más exacerbado que se puso sus mejores galas y prendas militares a la caza de criminales y cabecillas del narcotráfico dejando como saldo una profunda división interna así como miles de balas, miles de cuerpos y miles de rastros de sangre entre las calles mexicanas.
Los mexicanos lamentablemente estamos regresando a lo que buscábamos escapar, esa fue una de las principales razones por las que le dimos nuestro voto al actual presidente.
Regresar a la militarización en nuestro país, corresponde a una grave traición a los principios democráticos así como a los más de 30 millones de mexicanos que emitimos nuestro voto en busca de un cambio y de esperanza.
Dos años después, el movimiento pacífico rasgó sus telas de paz y se puso su gabardina militar.
A pesar de ello, una reciente encuesta de Reforma arrojó que el 78% de los mexicanos apoyan la labor militar en las tareas de seguridad y combate a la delincuencia.
¿Sin embargo a los mexicanos quién nos cuida?.
No podemos regresar a los tiempos de guerra, no podemos ver de vuelta a nuestro país salpicado en sangre y mucho menos podemos ver a cientos de niños, civiles e inocentes muertos en las calles como si se tratara de una zona de guerra equivalente a Irak, Siria o Afganistán.