Chihuahua., Chih
PROEMIO
Todos somos migrante y forasteros en esta tierra, la casa común es ella, La Madre Tierra, las habitaciones las hacemos arbitrariamente nosotros los humanos quienes solemos llamarles naciones y aun dándoles divisiones en compartimentos llamados provincias o en nuestro caso estados como Chihuahua, pero el corazón de cada hombre o mujer que transita en el planta, se anida donde la paz, la felicidad y el bienestar nuestro y de los nuestros prospera.
Hablaremos aquí de la migración, como es transito necesario para llegar al lugar que anhelamos porque ya existe o porque estamos dispuestos a ir a él construirlo, si fuera necesario.
En el caso de los Menonitas en Chihuahua esta, es la esencia motivacional de estas colaboraciones, mostrar como ese proceso que cumple sus primeros cien años de su llegada a tierras chihuahuenses, se ha dado aquí y expandido a otras tierras, valoremos el proceso entendiendo las razones que lo provocaron en el ayer y avizorando los acontecimientos que traerá el mañana esa es la esencia del valorar los hechos que se dan cita en nuestro hoy. G.A.L.D.
REFLEXION
Extranjero, dice el diccionario, se le llama a quien “es o viene de país de otra soberanía”. Y en efecto, de otra soberanía llegaron y siguen llegando a México inmigrantes, refugiados, exiliados, algunos legales y otros ilegales, que se han trasladado desde los distintos rincones del planeta, cruzando océanos, continentes o cielos, para entrar ya fuera por los puertos del Golfo y del Pacífico, por las fronteras del norte y del sur, o por los aeropuertos.
Sara Sefchovich
MIGRACIÓN forzada
Sabemos que desde el origen de los Menonitas ( Lyon Francia en el año de 1117) y viéndose en la necesidad de abandonar diversos espacios que les habían abrigado aquí una referencia de ellos:
PRUSIA
En 1786 presionados por el gobierno de Prusia para que tomaran la armas y defendieran las fronteras orientales, los menonitas deciden trasladarse a Rusia, recordemos que en 1870 el Gobierno les intentó obligar a incorporarse al servicio militar y a tomar medidas reformistas en materia de educación a lo cual se negaron. Migrando a…
RUSIA
De 1789 a 1874 los menonitas vivieron una época de paz y prosperidad en Rusia, sin embargo, al cambiar la política interna, el gobierno ruso buscó imponer el servicio militar a toda su población sin excepción alguna; los menonitas se negaron arguyendo que la zarina Catalina la Grande, quien los había invitado a poblar Ucrania, les había prometido —entre otras cosas— la exención del servicio militar.
Lograron ahí una prosperidad considerable empero debieron tambiend ejar esas tierras por presiones entornoa sus pacifismo y a intereses que deseban integrarles.
CANADÁ
Así fue como el Gobierno Británico les ofreció tierras para establecerse en Canadá, garantizándoles la libertad para organizarse social y religiosamente. Todo iba bien hasta que el gobierno de ese país pretendió obligarlos a usar el idioma inglés dentro de sus escuelas lo cual les pareció inaceptable e iniciaron su búsqueda para salir de esa país iniciando una nueva diáspora, palabra que se define como; (Dispersión de un pueblo o comunidad humana por diversos lugares del mundo) así surge de nueva cuenta la necesidad de emigrar, teniendo además el convencimiento de que su admisión en diversos países radicaba en cuestiones económicas, más no de compasión o simpatía a su concepción religiosa.
En 1874, los menonitas emigraron a Canadá, donde el gobierno también les prometió exentarlos del servicio militar y permitirles practicar su propia religión y llevar adelante su sistema educativo; sin embargo, luego de la Primera Guerra Mundial, los gobiernos provinciales de Manitoba y Saskatchewan quisieron intervenir en el sistema educativo menonita como una forma de garantizar la imposición de la ideología nacionalista en su territorio; por eso, antes de llegar a México los menonitas solicitaron la concesión de los privilegios mencionados (Loewen y Wolf, 2014).
EL RETO DE LA INTEGRACION
Este es el principio de un cambio interno y de fondo, cada migración exige adaptación solo tenemos que considerar a quien llega a una nueva región, país o comunidad, se cuenta que una mujer Menonita al ver las dunas de Samalayuca en el peregrinar desde Canadá a Chihuahua sugirió “mejor regresar “ si todo lo que avizoraba de arena le indicaba que serían así las tierra a disponer aquí en donde espiraban construir su nuevo hogar.
Acudo al texto de la doctora Sara Sefchovich para dar mayor claridad al impacto de la integración a nuevas tierra ella nos invita a imaginar así; “ Podemos imaginar a los recién llegados, sorprendidos –como escribió un viajero del siglo XIX– con todo lo que encontraron: árboles de inmensa altura, cuya exuberancia y tamaño sobrepasaban lo visto en los Alpes o en Noruega; o los insectos de la creación que devoraban en estas tierras a los humanos. Pero sorprendidos también con la gente: “Indígenas cargando a lomo todo género de mercancías, desde carbón y leña hasta canastas y gallinas atadas de las patas, y la abundancia de aguadores que, después de surtirse en la fuente de la Tlaxpana o en la desembocadura del acueducto de Chapultepec, recorrían las calles distribuyendo de puerta en puerta el preciado líquido por una módica cantidad”, como lo narra el escritor Jacques Paire.
Todo era desconocido: las imágenes, los sonidos y olores, las costumbres. Seguramente ello les generó una enorme angustia a los recién llegados: ¿cómo se pide el pan?, ¿cuánto vale esta moneda?, ¿dónde venden té?, ¿existe siquiera el té? ¿qué será esa cosa color amarillo que huele bien?, ¿se come?, ¿dónde meterse para huir de este calor, de estas lluvias torrenciales que inundan las calles?
La situación la resumió bien el escritor colombiano Álvaro Mutis –quien vivió gran parte de su vida en este país, desde la segunda mitad del siglo XX– cuando se preguntó: “¿Qué conducta debe seguirse en estas tierras desconocidas, entre los desconocidos?”; o como decía un personaje del escritor Paco Ignacio Taibo II: “¿Quién entiende algo en México? ¿Quién en este maravilloso país sabe qué está pasando?”.
Y sin embargo, tuvieron que adaptarse, tuvieron que “hacer la casa”, como decía el escritor guatemalteco Augusto Monterroso –que también vivió muchos años en México–: trabajar, comer, rezar, educar a sus hijos, enterrar a sus muertos y hasta divertirse. Para ello se reunieron en comunidades, para apoyarse y ayudarse y vivir cerca de quienes comían como ellos, rezaban como ellos y añoraban como ellos.
Los italianos trabajaron el mármol como en su casa y los gitanos leyeron la palma de la mano como en la suya; los colombianos hicieron su carnaval por las calles de la ciudad y los austriacos sus conciertos en los recintos cerrados; los judíos construyeron sus templos y los libaneses trajeron a sus sacerdotes; los estadounidenses hicieron su colegio y los franceses su liceo; los alemanes su club deportivo y los griegos su centro cultural; los españoles y los británicos su hospital; los japoneses su tienda de fotografía; los cubanos su orquesta para bailar; los chinos y los argentinos sus restoranes. Todos editaron sus periódicos y revistas, hicieron fiestas y tertulias y ¡hasta importaron novios y novias para casarse o casar a sus hijos!
LA SUBDIVISIÓN
Con el tiempo los grupos se dividieron y subdividieron, se multiplicaron las organizaciones y asociaciones, porque aunque vinieran de un mismo país o de una misma fe no eran iguales: los había monárquicos y republicanos, conservadores y socialistas, nazis y antinazis; los había intelectuales y maestros, obreros y patrones, campesinos y desocupados; los había laicos y religiosos, ricos y pobres, orientales y occidentales, del norte y del sur, gente que solo quería bailar y gente que quería hacer política. Porque así somos de diversos los humanos”(¡)
LA REALIDAD DEL COMPÁS MIGRATORIO
El compás de la migración se abre con cada diáspora que se genera, la que analizamos en estos artículos sobre los primeros cien años del los menonitas en Chihuahuas apenas el compás de cien años en México para los Menonitas es tan profunda que exigiría más que una serie de tres artículos, como los aquí planteados , sería necesario un libro y por qué no un tratado de esta comunidad que es fascinante, desde sus orígenes , su migración, su incorporación de menos productiva al momento a la llamada sociedad nacional y es enigmática en lo que en el futuro cercano y lejano ocurrirá con ella, así que es válido tomar espacio y tiempo para reseñar, esta que aun siendo una migración forzada se ha constituido para Chihuahua en el privilegio del encuentro de dos pueblo que con voluntad de entendimiento y fraternidad tejen los puentes de la convivencia mutua… (Continuara)
Pintura y fotografías del autor
(¡) Esta publicación sólo es un fragmento del artículo "Inmigrantes: entre la aceptación y la desconfianza" de la autora Sara Sefchovich, que se publicó en Relatos e Historias en México, número 115.