La foto es verdaderamente impactante. La publicaron diversos medios de comunicación de Delicias; en ella, sonrientes, tres personajes miran, felices, a la cámara.
Se trata del Presidente del Comité Estatal de Morena en Chihuahua, Martín Chaparro, abrazado a uno de los financieros más importantes de la campaña electoral de César Duarte en 2010 y quien fuera uno de los beneficiarios de las obras del gobierno del ballezano, Jaime Galván Moreno, y Cruz Pérez Cuéllar, ex dirigente estatal del PAN, candidato al gobierno de Movimiento Ciudadano en 2016 y uno de los más severos críticos de Javier Corral en esa campaña, que tuvo como momento máximo el debate entre los candidatos en el que, según la opinión de muchos, realizó el trabajo sucio en favor del candidato del PRI, Enrique Serrano.
Pérez Cuéllar es el que le diera seguimiento -en forma de una denuncia ante la PGR- a la acusación realizada por Duarte en contra de Corral, en la comparecencia del entonces gobernador de Chihuahua del Senado de la República.
Ahí, Duarte acusó a los hermanos de Corral de ser narcotraficantes y de que el entonces senador, por esa razón, estaba vinculado al Cártel de Juárez, al que se cuidó de no designar de ese modo.
Después de comer en las instalaciones de los viñedos de Galván, que ha tenido la capacidad económica como para patrocinar un auto de carreras en la Fórmula Uno, éste se congratuló así en sus sitios de las redes sociales: “Esta tarde recibimos en nuestras instalaciones al Lic. Cruz Pérez Cuéllar y al Profesor Martín Chaparro, quienes se mostraron contentos al conocer todo el trabajo que se hace en el viñedo para poder producir un excelente vino como lo es #Cavall7. ¡Gracias por la visita!”. (Nota de Jesús C. Aguirre Maldonado, Código Delicias, 1/XI/16).
¿De veras fueron invitados, semejantes políticos, sólo a comer y a que “certificaran” la calidad de los vinos de Galván Guerrero?
Apenas unos cuantos días atrás, en ocasión de la última visita del líder nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador, el ex candidato Pérez Cuéllar se fotografió con el tabasqueño y escribió en su muro de Facebook que “El tiempo le dio la razón, su Perseverancia es HEROICA!! Yo soy un HOMBRE LIBRE y en 2018 voy con AMLO!! Excelente semanita amig@s!!”.
Pero no fue lo único relevante de esa visita de quien encabeza las preferencias electorales a la presidencia de la república.
En sendos actos efectuados en Juárez y Chihuahua, acusó al fundador y exdirigente estatal de Morena, Víctor Quintana, de haber traicionado “por un hueso”, caracterización en la que incluyó al ex candidato al gobierno de Chihuahua, Javier Félix, hoy asesor de Javier Corral, a quien le achacó haber aceptado tal cargo por padecer, él y Quintana “una enfermedad que solo se cura con el oro, con un hueso”.
La respuesta de Félix fue tajante. En un artículo que también publicó como un desplegado en la prensa capitalina, argumentó que AMLO los había metido, a él, a Quintana y a Corral “en el mismo saco de corruptos y ladrones”; lo retó a que presentara pruebas en su contra -por corrupción- “o quedará como un vulgar difamador, que es muy bueno para hablar y muy malo para comprobar” y adujo que su cargo era honorario, que no recibirá paga.
De igual modo, el ex candidato de Morena a la alcaldía de Chihuahua, el abogado David Oscar Castrejón Rivas, discrepó de su dirigente nacional, y adujo que para la fecha en que Quintana era nombrado funcionario del gobierno “ya estaba expulsado de MORENA (29 de septiembre 2016 Resolución CNHJ- CHIH- 162/16), consecuentemente ya no era del partido” y que ambos, cree, “legítimamente tienen la convicción que desde adentro, con honradez, pueden combatir la corrupción y por eso están ahí”.
Le puede ocasionar la expulsión, dice, pero que su conciencia le obligó a presentarle su opinión en este asunto, uno de los más dolorosos, y quizá más costosos para Morena en su corta existencia.
Y este es sólo uno de los saldos de la conformación de la alianza variopinta que llevó al gobierno a Corral.
Es tan amplia que, ahí, en el gobierno, se encuentran varias de las corrientes políticas e ideológicas más contrarias entre sí.
Desde la izquierda no solo es la presencia del Secretario de Desarrollo Social, Víctor Quintana, y Hugo Almada, procedentes de las comunidades eclesiales de base, es decir, de la izquierda del catolicismo, con una gran cantidad de vasos comunicantes con las corrientes marxistas del clero, o la de Javier Félix, con mucha simpatía por el chavismo venezolano; o la del abigarrado grupo de barzonistas, muchos de ellos ahora ubicados en la Secretaría de Desarrollo Rural y la de Teresa Guerrero, en la Comisión de los Pueblos Indios.
Ellos conviven a diario con los responsables de la educación, Pablo Cuarón, procedente del mundo del empresariado y de la labor benefactora y Teresa Ortuño, señalada como de la tendencia más conservadora al interior del panismo y ahora responsable de los colegios de bachilleres.
Lo anterior, sin demérito de la infinidad de grupos del PAN cuyos representantes se encuentran, también, con responsabilidades mayores en el gobierno de Corral. Así, políticos de las características de Roberto Lara, también de los grupos conservadores, y Carlos Borruel, ex alcalde, algún tiempo integrante, también, de ese grupo que a principios del siglo XXI dirigía en Chihuahua Enrique Terrazas.
Y, por otra parte, los restos de lo que en su tiempo fue llamada la familia feliz, (a la que pertenecía, quien lo diría, Cruz Pérez Cuéllar) como el Secretario de Gobierno, César Jáuregui Robles, y Guillermo Luján Peña, Director de Administración de la Secretaría de Hacienda, bajo las órdenes de Arturo Fuentes Vélez, hombre que fue de las mayores confianzas de Ortuño.
En ese gobierno se encuentran, fruto, -claro está, sin la participación de Félix- de la alianza establecida entre ellos desde la conformación de Unión Ciudadana, que devino en la Alianza Ciudadana pues aquella se creó para dar cobijo a la denuncia penal en contra de Duarte.
AMLO se opuso a ella, sin entender que se trataba de conformar un bloque claramente definido de centro izquierda, que podía devenir en uno de centro y derechas.
No se trataba, como todavía muchos morenistas sostienen, de aliarse al PAN. Sus electores, los de Morena, los de López Obrador, que necesitarán en 2018, no les hicieron eco y el candidato a gobernador, Javier Félix, obtendría una cuarta parte de los votos de los obtenidos por los candidatos a diputados y alcaldes de ese mismo partido.
No leer adecuadamente el entorno local los puede llevar a pérdidas mayores, no pueden desestimar nada.
Como ha ocurrido en los últimas dos elecciones presidenciales, la próxima se resolverá por montos menores y los 300 mil votos obtenidos por AMLO en 2012 son muchos.
En 2016 no entendieron que todas las elecciones son locales, que el electorado chihuahuense necesitaba una opción que le garantizara la posibilidad de derrotar al candidato de César Duarte, que se trataba de resolver la posición gubernamental más importante y cuyo ingrediente mayor fue la promesa efectuada por Javier Corral de encarcelar a César Duarte.
Pero no sólo. A lo largo de la campaña el equipo de Corral insistió en la elaboración de un programa de gobierno incluyente y no exclusivamente procedente del ideario del PAN.
Así deberán hacerlo, pues los retos a que se verán sujetos reclama el mantenimiento de tal conformación de fuerzas, sin la hegemonía de alguna pues asumieron el poder en las peores condiciones que gobernante chihuahuense alguno lo hubiese hecho, Corral deberá recordarlo a cada momento, no es el gobernante emanado de su partido que en los eventos del PAN puede asumir que ganaron el gobierno de Chihuahua sólo por ese partido.
Lo necesita pues los chihuahuenses habrán de tener paciencia, no está fácil acreditar la presunta responsabilidad del exgobernante, ni la de quienes incurrieron en diversos delitos, cuyas evidencias apenas se empiezan a vislumbrar.
La certeza del encarcelamiento de quienes hayan incurrido en conductas delictivas está directamente ligada a la solidez de las evidencias que presente el grupo gobernante. Y sin violar la ley, ni apresurarse a cambiar cosas sin el sustento legal necesario.
¿A quién en el gobierno, o en el Congreso, se le ocurrió que con una simple modificación legal, de un artículo transitorio de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se puede remover al presidente del Tribunal Superior de Justicia? Existen infinidad de casos y resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para impedir que un nuevo grupo gobernante modifique alguna ley para remover a su albedrío a los integrantes de cualquiera de los otros dos poderes.
De que se necesita hacer cambios, para medianamente componer el desastre realizado por César Duarte en el Poder Judicial, es una obviedad, pero deberán hacerse con el mayor de los cuidados legales, precisamente para enviar el mensaje a la sociedad que los cambios realizados por el gobierno del amanecer los hace apegados a la ley.
¿Entenderán, los de Morena, el momento por el que pasa Chihuahua? Más importante ¿No lo olvidarán quienes asumieron el gobierno?
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