¿Qué tan preocupados estarán en el gobierno de la república -y faltos de creatividad- como para que el presidente Peña Nieto, erigido en “primer priista del país”, deba recurrir a una vieja frase expresada por el último ideólogo del PRI, Jesús Reyes Heroles, usada en el vano intento de detener las “ansias” presidenciales de los aspirantes en la década de los 70’s del siglo pasado?
Incapaz de asimilar lo que sucede en el país y el mundo, el presidente Enrique Peña Nieto, en la primera sesión del Consejo Nacional del PRI a la que acude como miembro de éste, para refrescar el ánimo de sus correligionarios, sacó del viejo baúl de los recuerdos la frase: “Primero el plan, primero el programa, primero el proyecto y después los nombres”.
Si ya en aquel pasado remoto era motivo de hilaridad, pues nadie creía tal dicho ¿A quién, de los aspirantes priistas a la presidencia de la república, le importaba, de veras, esbozar, siquiera, del proyecto de país? ¿A quien le importaba, en el mundo del pragmatismo y del saqueo interminable, pensar que el presidente de la república escogería el candidato, conforme al plan propuesto por alguno de los aspirantes.
Las frases del pasado ya eran trilladas e inverosímiles entonces ¿Cómo puede alguien, medianamente informado, volverlas a usar para competir electoralmente en la segunda década del siglo XXI?
Y si la falta de sensibilidad del mandatario sorprende, la de sus asesores y escribientes de sus discursos, aún más. Se atrevieron a que el presidente expresara una cosa inconcebible en los días que corren: “En el Revolucionario Institucional no tienen cabida la corrupción ni la impunidad…”.
Pero, ternuritas, si el país entero los está señalando; si esa fue la causa principal de su derrota en 9 entidades, la mayor que hayan sufrido en ese ámbito en una sola jornada electoral ¿Como se atreven a tanto?
El presidente Enrique Peña Nieto dijo que está en juego, no sólo la Presidencia de la República, sino todas las reformas construidas. “El PRI ganará para que los próximos años sean de construcción, no de destrucción; para no regresar a modelos obsoletos y caducos, el tricolor triunfará para mantener la certidumbre y estabilidad y no retornar al estancamiento”. Ajá.
Ese discurso fue extremadamente parecido al del ex gobernador César Duarte, cuando despotricaba en contra del entonces candidato Javier Corral y llamaba a los chihuahuenses a no echar por la borda lo alcanzado en su sexenio.
Padecen del mismo síndrome: No conectan con la realidad.
A menos que en las oficinas presidenciales den por descontado que con el caso de Javier Duarte una buena parte del electorado se sentirá satisfecha por la orden de aprehensión en contra del ex gobernador veracruzano y que amplias capas de la sociedad verán colmadas sus esperanzas de que, por fin, un gobierno en México combata la corrupción de las más altas esferas políticas.
Y como si no tuviese responsabilidad alguna en los casos denunciados en prácticamente todas las entidades que el PRI gobierna, Peña Nieto pidió a sus compañeros de partido no “ser omisos frente a casos que indignan”, en tanto, la demanda en contra de la periodista Carmen Aristegui, por develar el conflicto de interés y la presunción de corruptelas de la pareja presidencial, continúa a pesar de los múltiples reconocimientos que a nivel internacional le otorgan, suficientes como para llevar al grupo gobernante a detenerlo, no por otra razón que por la de convertirse en un elemento más de desprestigio del partido hoy gobernante en México.
En su discurso, en el típico modo de expresarse de otros actores y otros asuntos, para no señalarlos con sus nombres, llamó a los priistas a no dejarse “contagiar” por las “visiones derrotistas, ni por quienes viven en dudas. Esos mismos que en el pasado ya se han equivocado”, para referirse a los panistas, ni por las voces que “intentan confundir y engañar por supuestos pactos sobre batallas electorales que habremos de librar. Nada más falso que eso”, para desestimar las denuncias de López Obrador acerca de que el PRI y el PAN se unan en 2018 para evitar el triunfo de Morena.
Y recurrió al fracaso de las encuestas levantadas en otros países, para desestimar las realizadas en el ámbito nacional, en las que, en todas, el PRI aparece en el tercer lugar de las preferencias electorales.
No cabe duda, van al despeñadero.
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