“Pónganse a jalar”

“Pónganse a jalar” 26 de enero de 2018

Mariela Castro Flores

Chihuahua, Chih.

“…la revolución pasiva es un proceso de internalización de las demandas de los subalternos dentro de una formación hegemónica. Pero son “demandas” descalificadas y declaradas irrealizables por los propios proponentes…queda reducida a “un proceso de transformación desde lo alto en que se recupera una parte de las demandas de abajo, pero quitándoles toda iniciativa política autónoma, lo cual genera consenso, sin dar poder político”.

Javier Balsa, 2007, “Hegemonías, sujetos y revolución pasiva”





¿De qué se habla cuándo hablamos de “revolución”? la “revolución” significa un cambio intenso, capaz de modificar el curso normal de los hechos o situaciones, revertir el status quo y puede darse en diversos planos sociales como el político, económico, ideológico, religioso e incluso tecnológico, cada uno de estos tendrá profundas implicaciones transformadoras en lo cultural.

A últimas fechas y desde campaña, el utilitarismo pragmático de conceptos de izquierda y discursos de históricas revueltas fueron cooptados por el ahora gobernador para hacerse de una plataforma que pretendía ser incluyente, amplia y a todas luces, conseguir consensos que le restaran elementos de complicación a una administración acotada y compleja por la presencia de anteriores funcionarios priistas que insistían en cubrir sus huellas y no ser acusados de corrupción y en el mejor de los casos, continuar con sus carreras políticas.

Esa, a mas de un año es y no ha dejado de ser la única línea de trabajo y de acción política que el actual gobierno ha abanderado dejando de lado otras importantes (la seguridad, por ejemplo).

Como cualquier demócrata, no se puede estar en contra de la conquista de los objetivos que persigue el gobernador Corral; me atrevo a asegurar que no hay en Chihuahua quien se oponga a ver a Cesar Duarte en la cárcel y aun más, a sus hordas de colaboradores que conformaron una corte con la cual se negociaba y trataban temas de administración (dícese negociar contratos y pagar “sobornos” sobre todo en lo referente a obra pública). También es incuestionable la solicitud de equidad en los recursos que la federación a través de Hacienda reparte a las entidades y que se apliquen los criterios que por ley prevalecen para esta materia, puesto que son definitorios de una más eficiente administración pública, es innegable.

Sin embargo, el uso de la retórica revolucionaria apelando a la discursiva del regionalismo ese que pretende exacerbar el ser de Chihuahua, (casi en coincidencia con Duarte-Parral) “Caravana por la Dignidad” pareciera haber sido ideada para insertar la idea de la revolución distorsionando las demandas genuinamente populares para disminuirlas a un pleito de federalismo centralista promovido desde una élite que no hace concordancia con el gobierno central del cual, no goza de sus favores y así, desde banners de convocatoria de diseños en tipografía en cirílico emulando a la revolución de la clase trabajadora en Rusia para un evento meramente “informativo”, hasta hacer una “caravana” sui géneris por su composición, el abuso de las alusiones llega incluso, hasta cuestionar y acusar de priistas a quienes se niegan a ser acríticos(as) de tal despliegue clasista de poder.

Verá, las revoluciones son procesos históricos que derivan de condiciones que en ciertos contextos materializan el encono popular que pretende ver realizadas sus demandas; las hay muchas y muy emblemáticas, pero jamás, ninguna, ha sido por decreto ni ha venido de otro sitio que no sea de abajo, de las entidades de lo profundo en términos de lo social, del pueblo, pues.

Esta caravana está conformada por personas de élite, privilegiadas en cierto sentido, pertenecientes -algunos a la clase política- funcionarios, ex legisladores de derecha y eso habría de aplaudirse por su decisión de inclusión, si no fuera porque en otros tiempos y en otros ejercicios similares, son los primeros en liderar la estigmatización de quienes cruzan el país en caravanas, marchas, procesiones con demandas con las que el pueblo empatiza y su consecución es necesaria para reivindicarnos en una suerte de justicia social en medio de décadas de corrupción, malos gobiernos y una guerra que por décadas, gobiernos de derecha -como el actual en Chihuahua- no permite que deje de correr sangre.

Hoy se cumplen 40 meses de la masacre de Ayotzinapa y padres, madres, organizaciones de defensa de derechos humanos y pueblo en general ha acompañado las caminatas y peticiones reiteras de justicia y la inmediata presentación con vida de los muchachos. El feminicidio y la causa campesina, la defensa de la vivienda, la oposición al paquete de contrarreformas de Peña, la defensa del digno magisterio, entre otras, de modo permanente se han sostenido en la resistencia y quienes ahora caminan y su representación, lo mínimo que les han procurado en la sociedad es el grito de “pónganse a jalar”, como si defender a la nación no fuera un trabajo arduo.

En contrasentido, una caravana sin precariedades compuesta de personas que pueden abandonar su empleo sin preocupaciones para “defender sus convicciones” porque saben que su sueldo les será sin problema depositado en la quincena, que no tienen problemas para descansar o comer como en las marchas realmente ciudadanas que dependen al 100 por ciento de la solidaridad de cada comunidad que pisan, -el pueblo con el pueblo, rezan las consignas- cuando ven a las madres de desaparecidos o víctimas de feminicidio, los tractores o las cabalgatas de otros tiempos; la terrible contradicción de no temer, ni por un segundo, la represión brutal que el mismísimo gobernador Corral ha impuesto a quienes se han manifestado por demandas justas como el gasolinazo, cuando con antimotines y la policía estatal mandó levantar el plantón permanente que pernoctaba a las afueras de PEMEX.

¡A que extremos hemos llegado que es el gobierno estatal en voz del titular del ejecutivo quien decide qué causas son justas y cuáles no! La sinrazón absoluta que define cuándo, cómo y las formas en qué es conveniente hacer “la revolución”.

Que forma de despolitizar al pueblo, restarle protagonismo, robarle poder político, hacerle creer que forma parte cuando en realidad, le han convertido en mera corte de acompañamiento.



marielacastroflores.blogspot.mx

@MarieLouSalomé

Mariela Castro Flores

Politóloga y analista política especialistas en género y derechos humanos.