Es muy pronto como para que Morena empiece a sufrir uno de los males más generalizados de los partidos políticos actuales, el de no escuchar a sus bases militantes, en la pretensión de obtener votos, a como dé lugar.
En el mejor de los actos celebrados en la capital del estado por el partido dirigido por Andrés Manuel López Obrador, con una concurrencia superior a los 2 mil 500 asistentes, a mediodía, con una temperatura cercana a los 40 grados, un variopinto grupo de políticos, académicos, dirigentes sociales, activistas y analistas fueron llamados a firmar el “pacto para la unidad”, la mayoría de los cuales fueron aplaudidos por los simpatizantes de Morena, pero justamente cuatro de los políticos más conocidos fueron los extensamente abucheados por la multitud.
No es para menos, por lo menos tres de ellos -Jaime Beltrán del Río, Cruz Pérez Cuéllar y Héctor Barraza- fueron actores destacados en el duartismo o en el “paraduartismo”; el cuarto, Víctor Valencia de los Santos, fue militante del PRI durante largos años, ocupó la presidencia del PRI, fue diputado local y federal, además de ser alto funcionario de Sedeso en el actual gobierno federal. En varias ocasiones ha buscado la candidatura a la presidencia municipal de Juárez y en la parte final del gobierno de César Duarte se convirtió en su acérrimo opositor.
A su vez, Beltrán del Río, ex alcalde de Delicias, ex precandidato a la gubernatura por el PAN y luego candidato del PRD a ese puesto fue, a su paso por la diputación local, uno de los que aprobaron la mayoría de los créditos solicitados por el gobierno de Duarte. Cuestionado por ello, en su calidad de Secretario de la Comisión de Hacienda, respaldó los criterios y medidas de aquel gobierno para el endeudamiento, en esa postura fue acompañado por el entonces coordinador de los diputados panistas, Héctor Ortiz, a la postre coordinador de la campaña de Cruz Pérez Cuéllar, candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura, ambos en la pretensión, más que de ganar la elección, de ponerle obstáculos a la candidatura de Javier Corral, en una postura reconocida en su momento como extremadamente favorecedora a la candidatura del priista Enrique Serrano.
Pérez Cuéllar, en el acto más memorable de su “apoyo” al gobernador Duarte, acusó a Javier Corral de ser integrante de la “Línea”, el grupo criminal de Juárez, basado en la acusación que Duarte le hiciera al panista, de que los hermanos de éste eran narcotraficantes. Acusación sin fundamento pues los Corral habían purgado, varios años atrás, sus penas y de que solamente uno de ellos había sido procesado por tráfico de mariguana, en El Paso.
Luego, ya más recientemente, Pérez Cuéllar llevó al dirigente morenista, Martín Chaparro, a que éste “conociera” las vides y las instalaciones industriales vitivinícolas del empresario más ligado a César Duarte, el deliciense Jaime Galván.
De ahí el abucheo del morenismo.
El grito de uno de los morenistas que da título a este comentario, al momento que firmaban, fue respaldado por una buena cantidad de los asistentes, lo que debería llevar a los dirigentes, entre los que estaban Yeikol Polevnsky, Secretaria General del Comité Nacional, Bertha Luján, Presidenta del Consejo Nacional y Martín Chaparro, dirigente estatal, a revisar los perfiles de quienes pretenden acompañarlos en la búsqueda de la presidencia de la república.
Uno de los aspectos más criticables de la clase política es la pérdida de sus rutas ideológicas, las que encuentran sustituto en el cambio de rutas políticas. Así, sin rumbo definido por una ideología, los políticos cambian de partido en cada elección, sin más limitantes que su búsqueda de posiciones en el siguiente cambio de poderes.
Y tampoco puede, la dirigencia, ya sea nacional o local, recriminarle a sus representados que no los acompañen en determinada postura política, en la vieja concepción de que “líder no faltará” y que habrá “conducción” adecuada.
Solo para ilustrar lo anterior, recordemos el grito de la multitud reunida alrededor del Angel de la Independencia en la mismísima noche del triunfo de Vicente Fox: “No nos falles, no nos falles”.
¿De veras necesita Morena del acompañamiento de quienes apenas ayer disfrutaban de las mieles del poder de los partidos de “la mafia”?
El crecimiento de las simpatías por López Obrador obedece -en los últimos meses- a varios factores, uno de ellos, quizá el más importante, es el de la tendencia disruptora, el del rompimiento con el viejo régimen político.
Sí, en la ruptura sin duda que habrá protagonistas del viejo régimen que se sumen, pero hay de actores a actores, no todos los acompañamientos son los adecuados. Siempre hubo -y los hay- quienes actuaron en aquel pasado pero conservaron una conducta honesta y actuaron con rectitud.
Los dirigentes de Morena están obligados a revisar, no sus actos del lejano pasado, no, los del momento presente, para ejemplo ahí está el de la diputada veracruzana, Eva Cadena, la diputada “recaudadora”.