“Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. La posición neutral ayuda siempre al opresor, nunca a la víctima. El silencio estimula al verdugo, no al que sufre.” Ellie Wielsen (Premio Nobel de la Paz, 1986
Juanita es una mujer de mediana edad que se dedica a hacer el aseo en una escuela, tiene un hijo y una hija y un esposo agresivo al que presentó frente a la justicia porque la violentaba de modo frecuente. Tras la denuncia y varias audiencias, la detención del sujeto y las debidas terapias familiares, Juanita vive nuevamente con su familia porque el sistema funcionó.
Desgraciadamente su historia no es la común. En Chihuahua –según información del Centro de Justicia para las Mujeres “Maricela Escobedo”- la violencia sexual contra las mujeres se disparó este año un 71%; teniendo este dato como uno de los que hace a la entidad tener el segundo lugar con la mayor cifra de violencia de género según el último reporte del INEGI de este año. Según datos obtenidos por Sara Lovera para Semmexico, la Fiscalía en nuestro estado informó que 250 mujeres fueron asesinadas hasta agosto de este año, 50 tan solo en Ciudad Juárez.
A pesar de que tenemos un entramado construido para asegurarnos el acceso a la justicia solo una de cada cuatro mujeres que padecen algún tipo de agresión denuncia, los motivos son culturales pero también porque nada alienta a hacerlo. Para muestra un botón: al final de julio de este año la Fiscalía Especializada de la Mujer (FEM) tenía abiertas cuatro mil carpetas de investigación por violencia familiar y estas dan fe de agresiones padecidas por la pareja en su mayoría y en un porcentaje menor, de otros familiares.
Contrario a lo que podría creerse la cultura de la violación, las agresiones sexuales (violaciones, acoso y tocamientos en el transporte público) y el feminicidio han echado raíces en Chihuahua. Se considera casi un patrimonio y parte natural de nuestra cultura vivir con el emblemático estrago de la falta de humanidad que se nos confiere a las mujeres a pesar de toda la infraestructura institucional, nacional e internacional que poseemos hace casi un par de décadas.
Todos los esfuerzos son insuficientes.
Casos como el de Juanita son exitosos y no terminaron en feminicidio porque ministerios públicos diligentes y un adecuado manejo del caso lograron cumplir con la misión para la que fueron creados. La de ella ahora es una familia funcional tras la efectiva interacción del caso pero es uno entre mil; entonces, ¿por qué no pueden llegar a buen puerto los demás? Por la excesiva carga de trabajo que rebasa a los pocos elementos que atienden la violencia de género que para poder avanzar basan sus criterios en prejuicios y banalizan la mayoría de las denuncias que tienen a vistas. Ella fue una de las muy pocas que persistió y nunca retiro la demanda.
Nuestro estado ha visto una deficiente procuración de justicia de modo regular.
Mujeres que son procesadas judicialmente por matar en defensa propia a su agresor, presas por abortar, asesinatos de menores asesinados(as) en venganza que pudieron ser evitados si la acción de la justicia hubiera sido presente, violaciones en el ámbito universitario que no son atendidas de modo serio por las direcciones académicas y consejos técnicos, acoso laboral, siete feminicidios a diario en el país y un incremento acelerado de violencia sexual dieron pie a la movilización más grande que el país haya visto el pasado 24 de abril.
La declaratoria era sencilla: nos vamos a defender.
Este 25 de noviembre si bien la institucionalidad ha tomado como política pública la tranversalización de la perspectiva de género y su implementación en sus tres niveles de gobierno teniendo como acción afirmativa “el día naranja”, ha sido insuficiente para mantenernos a salvo y promover el cambio cultural que se requiere para que nos dejen de matar.
Ese naranja se convertirá nuevamente en morado, en toda una marea que saldrá nuevamente a reclamar el derecho de tomar las calles para hacerlas nuestras porque queremos estar vivas, caminar sin miedo y elegir como queremos vivir.
Porque es preciso y urgente que las mujeres socialicemos nuestras historias, que sepamos que no somos las únicas, que no estamos solas.
Este #25N de noviembre los puentes de la ciudad se verán vestidos de consignas por las que prefirieron ya no callar y denunciar que el feminicidio es una emergencia nacional.
¡Chihuahua ya no aguanta, sus mujeres se levantan!
¡Vivas nos queremos!
marielacastroflores.blogspot.mx @MarieLouSalomé