“El libro negro de la nueva izquierda”, la Ley de Seguridad Interior y los asomos del fascismo

“El libro negro de la nueva izquierda”, la Ley de Seguridad Interior y los asomos del fascismo 1 de diciembre de 2017

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.



Esta es la cuarta entrega de artículos que merodean en torno a “El libro negro de la nueva izquierda”. Con este artículo cierro los análisis y críticas sobre este libro que resulta clave para entender a la ultraderecha del siglo XXI.

Durante la escritura de los artículos sobre este libro, tuvo lugar la aprobación en lo general de la Ley de Seguridad Interior en la Cámara de Diputados en México. A simple vista, parece no existir una conexión evidente entre lo desatado por la publicación de “El libro negro de la nueva izquierda” y la aprobación de la Ley de Seguridad Interior. En este artículo se demuestra que existe una conexión (directa o indirecta) entre ambos asuntos.

El 30 de noviembre de 2017, los diputados federales aprobaron la Ley de Seguridad Interior, con 248 votos a favor, 115 en contra y 48 abstenciones. Entre los diputados que votaron a favor están 183 integrantes de la bancada del PRI, 35 del PVEM, 14 panistas, 2 perredistas, 9 integrantes del PANAL y 9 del PES.

En Chihuahua, la presentación de “El libro negro de la nueva izquierda” fue promovida por el diputado Israel Fierro, quien es integrante del Partido Encuentro Social (PES), una organización que representa los intereses de grupos religiosos en México y Chihuahua.

No es casual que converjan el activismo del diputado Israel Fierro en la promoción de “El libro negro de la nueva izquierda” y el voto de 9 legisladores del Partido Encuentro Social en el Congreso Federal, para aprobar la Ley de Seguridad Interior. ¿Cuál es el territorio ideológico y político en común entre la acción del diputado local del PES, Israel Fierro, al promover “El libro negro de la nueva izquierda”, y los 9 diputados del mismo partido que a nivel federal aprobaron la Ley de Seguridad Interior? El territorio en común entre ambas posturas de los diputados del PES son los asomos del fascismo, bajo la forma amenazante de la violencia y la represión que se ejercen en contra de los militantes de las izquierdas.

Los contenidos ideológicos y políticos de “El libro negro de la nueva izquierda” traen consigo una demonización de las izquierdas.

El discurso de la ultraderecha que descalifica y demoniza a las izquierdas ha surgido en algunos momentos clave de la historia. Hace algunas semanas, la filósofa y teórica del feminismo, Judith Butler, fue presa del acoso y la violencia por parte de cristianos brasileños, quienes estuvieron a punto de agredirla en el aeropuerto de Congonhas, en Sao Paulo.

El episodio de violencia en contra de Butler es comparable con el caso de los cinco empleados de la Benemérita Universidad de Puebla que fueron linchados y asesinados en la población de San Miguel Canoa, en 1968. La paranoia religiosa incitada por el párroco del pueblo condujo a los habitantes de esa localidad a un fanatismo que terminó en tragedia. En la película de “Canoa” (Felipe Casalz, 1975) se hace presente el discurso que el párroco de este pueblo pronunció con la intención de demonizar a los militantes del comunismo:

“Por eso el señor quiere prevenir a los más humildes y queridos de sus hijos, quiere guiarlos. El demonio anda suelto… los podemos ver todos los días, lo podemos leer en los periódicos. Está en todas partes, hasta en los servidores del señor, los sacerdotes que han escrito un documento dictado por la mano del demonio. Aún en Roma. Son los nuevos Judas, los que traicionan a Dios, nuestro señor y que ven con agrado como ya se levantaron los comunistas que incendian camiones, destruyen comercios, ultrajan a la gente. Ya pusieron una bandera, roja como el infierno, negra como el pecado. Se la pusieron a las autoridades, eso es una burla, es una grosería. La pusieron en la catedral. Pero no solo están en México, están en Puebla y pronto estarán aquí…”

Los discursos incendiarios del párroco de San Miguel Canoa que demonizaron a los integrantes de la izquierda, fueron pronunciados en el contexto de efervescencia política de las movilizaciones estudiantiles de 1968. Los cinco empleados de la Benemérita Universidad de Puebla fueron asesinados el 14 de septiembre de 1968, dos semanas antes de la matanza de estudiantes en la plaza de la Tres Culturas, ejecutada por integrantes del ejército.

En las semanas que transcurrieron entre septiembre y octubre de 1968, cuando se dio el linchamiento y asesinato de los empleados de la Benemérita Universidad de Puebla, alrededor de estos hechos se hicieron presentes la ultraderecha en la voz del párroco del pueblo de San Miguel Canoa y el ejército que posteriormente reprimió y asesinó a los estudiantes movilizados en la plaza de las Tres Culturas. En las semanas que transcurren entre octubre y noviembre de 2017, en la actuación de los diputados del Partido Encuentro Social que promovieron “El libro negro de la nueva izquierda” y que aprobaron la Ley de Seguridad Interior, se hace manifiesta una violencia discursiva y política en contra de los integrantes de la izquierda y la amenaza latente del ejército que estaría ocupando las calles para cumplir funciones policiales. Estos son indicios de la presencia de un fascismo, que aparece en distintos momentos de la historia, de formas diferentes y a partir de contenidos ideológicos y políticos también diferentes.

Los discursos incendiarios en torno a “El libro negro de la nueva izquierda” se elaboran durante la segunda década del siglo XXI, un momento que resulta clave para el resurgimiento de las izquierdas latinoamericanas. En este libro, la demonización de las izquierdas es depositada en intelectuales como Judith Butler o Michael Foucault. En uno de los apartados de es este libro se demoniza a Foucault:

«Homosexual promiscuo, sadomasoquista enfermizo, comunista “bon vivant”, alcohólico perdido, suicida frustrado, fumador empedernido y drogadicto irrefrenable —el consumo de LSD fue su pasatiempo favorito—, Michel Foucault fue el arquetipo humano perfectísimo para terminar siendo la idolatrada referencia de viciosos, delincuentes y depravados que la nueva estrategia izquierdista ha cooptado para sí, bajo las supuestas pretensiones nobles que aquí intentamos transparentar, siendo que para su envenenada herencia de intelectuales que hoy lo emulan —en sus textos y en sus hábitos—, Foucault es el punto de referencia obligatorio para promover la revolución cultural, tan simpáticamente igualitaria en el mundo aparente como perversa y autodestructiva en el mundo real.»

La demonización sobre Foucault subraya una serie de cualidades que los integrantes de la ultraderecha conciben como moralmente reprobables. La estrategia discursiva consiste en enumerar una serie de descalificaciones que se van planteando de tal forma que terminan condensándose. Las descalificaciones se conjugan en una sola significación. Para los escritores de “El libro negro de la nueva izquierda”, ser «homosexual promiscuo» equivale a ser «sadomasoquista enfermizo», a su vez esto, equivale a ser «comunista “bon vivant”», «alcohólico perdido», «suicida frustrado», «fumador empedernido» y «drogadicto irrefrenable». Las descalificaciones sobre Foucault se convierten en un solo alegato moralizante que busca una descalificación generalizada lo mismo del marxismo, que del feminismo o de los integrantes de la comunidad lésbico-gay. Esta estrategia discursiva es empleada por los escritores de “El libro negro de la nueva izquierda” a lo largo de todo el texto.

Cuando un sujeto o un conjunto de sujetos han sido demonizados de la forma en que se hizo por parte del párroco de San Miguel Canoa en 1968, o como lo hacen los escritores de “El libro negro de la nueva izquierda” en 2017, lo que va quedando sedimentado en términos ideológicos y políticos es la construcción discursiva de una descalificación tajante que se convierte en odio. Lo que se sigue de esto, es la posibilidad de desatar acciones violentas que lo mismo pueden ser verbales, simbólicas o fácticas.

En la historia del cristianismo en occidente hay una pedagogía del odio que se hace manifiesta mediante una polarización ideológica y política, evidentemente maniquea. Ante lo presuntamente “negro” de la nueva izquierda, los militantes de la ultraderecha postulan lo blanco de la moral cristiana. Este procedimiento trae consigo una declaración de guerra.

Los discursos de este libro de la ultraderecha generan primero una descalificación de las izquierdas que operan a partir de un procedimiento de demonización. Junto a la descalificación que demoniza a las izquierdas, tiene lugar un odio que se elabora discursivamente sobre los militantes del marxismo, del feminismo y de la comunidad lésbico-gay. Después del odio, el paso a la violencia es latente, amenazante en todo momento. Lo sucedido en Canoa en 1968 y lo que le sucedió a Butler recientemente en un aeropuerto de Brasil, dibujan con claridad un transcurso ideológico que va de la descalificación al odio, y de ahí, a la posibilidad de la violencia.

En el caso de la Ley de Seguridad Interior, el mecanismo que desemboca en la posibilidad de la violencia funciona de manera distinta. Aquí no opera una descalificación que transita hacia un odio, y de ahí, hacia una amenaza de la violencia, sino que tiene lugar una proceso de institucionalización de la violencia en el ejercicio de la fuerza pública depositada en figuras policiales o militares. A través de la Ley de Seguridad Interior se pone en marcha una institucionalización de la violencia que le permite al ejército el desempeño de funciones policiales. Esto trae consigo la amenaza de la represión y del uso excesivo de la fuerza pública. Desde el punto de vista de Althusser, el ejército es un aparato represivo del estado que muestra la amenaza de la violencia institucionalizada. La Ley de Seguridad Interior es un entramado legal, cuya advertencia en forma de amenaza es el ejercicio de una violencia inmediata.

Lo que se deriva de los discursos construidos en torno a “El libro negro de la nueva izquierda” y de la Ley de Seguridad Interior que permite al ejército desempeñar acciones policiales, es la posibilidad de desencadenar acciones de violencia en contra de los militantes de la izquierda que lo mismo pueden ser marxistas, feministas, integrantes de la comunidad lésbico-gay, etc.

“El libro negro de la nueva izquierda” y la Ley de Seguridad Interior, abren una serie de puertas hacia la violencia y hacia la represión de las izquierdas. Estos son los indicios de un fascismo que está a la vuelta de la esquina…

Leonardo Meza Jara

Maestro, escritor y analista político.