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¿Contra Trump ”unidad nacional a toda costa”?

¿Contra Trump ”unidad nacional a toda costa”? 26 de enero de 2017

Luis Javier Valero Flores

Ni soñados fueron el lugar ni los receptores pasivos del anuncio realizado por el presidente norteamericano, Donald Trump, acerca de la inminente construcción del muro con México.

En una ceremonia celebrada en el Departamento de Seguridad Nacional, Trump informó que en las negociaciones con México por el TLC la construcción era parte importante y que allí lo pagaríamos.

Ante esa reiterada postura del gobernante norteamericano, la respuesta del Presidente Peña ha sido, permanentemente, que México no lo pagará, en lugar de la tajante negativa a su construcción.

Se ha desatado, desde la clase política, una ofensiva para llamar a los mexicanos a unirnos en torno a nuestro país, como si este, o cualquier otro, estuviera conformado por una sola clase social o forma de pensar; cuando los gobernantes actuales nos llaman a defender el TLC, les deberemos recordar que en base a esto se modificaron varios de los artículos constitucionales, los rectores, para precipitar nuestro ingreso, decían, “al primer mundo”.

Y sí, si entramos, ahora dos prominentes mexicanos, exponentes de aquella forma de pensar -la de liberalizar el comercio exterior mexicano y abrir a nuestro país, ya sin condicionantes, a la inversión extranjera- ocupan sendos cargos en dos de los organismos internacionales más importantes del mundo de las finanzas públicas.

Agustín Carstens despachará en la Gerencia General del Banco Internacional de Pagos. Por otra parte, Angel Gurría Ordóñez es, desde mediados de 2006 Secretario General para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la organización que agrupa a los gobiernos de los países más industrializados del mundo.

Sin embargo, los 20 años de vida del TLC no trajeron a México los resultados que nos dijeron. Es larga la lista del desastre nacional ocasionado por esas negociaciones que nos convirtieron, al país entero, en una gran planta maquiladora, proveedora de petróleo (en ese lapso prácticamente rellenamos los pozos petroleros de EU pues le vendimos el hidrocarburo para su reserva estratégica, algo que estaba prohibido antes del TLCAN); se transformó el carácter de la propiedad nacional, ejidal y comunal y a los grandes consorcios (de todo tipo) los convertimos en “empresas nacionales”, de ese modo, las empresas mineras instaladas en Chihuahua, por ejemplo, sólo pagan los exiguos impuestos existentes en México y no los que deberían pagar en su país de origen.

Si el modelo aplicado en México no rindió los frutos sociales pregonados para su instrumentación ¿Porqué premiar a algunos de sus más encumbrados funcionarios, como Carstens y Gurría en el ámbito internacional?

¿Cómo compaginar la indudable defensa de los intereses mexicanos frente a una nueva etapa, más agresiva, de la permanente actitud hostil de EU hacia México?

Solamente con un programa nacional, creíble, que pueda unir esfuerzos y voluntades que debería ser el de la “No subordinación”.

Bastan sólo unos cuantos ejemplos de lo que significaría tal postura.

¿En razón de qué argumentos el gobierno mexicano actúa como la policía fronteriza de EU, desde los primeros metros de territorio nacional en la frontera sur?

Ocurre lo mismo con las drogas no producidas en México. Aquí se despedaza medio país por el tráfico de ellas y allá se trafican; se venden, se compran y se consumen hasta tranquilamente, como parte del patrón de vida de crecientes grupos sociales en los Estados Unidos.

Las aduanas mexicanas están abiertas, de par en par, para todos los insumos de las plantas maquiladoras instaladas en México. Se les trata como mercancías nacionales. En cambio, si allá consiguen mejores precios del aguacate o del tomate, con la mayor tranquilidad del mundo cierran la frontera.

Lo peor nos ocurre con el petróleo y sus derivados. Les vendemos el “oro negro” bien barato; allá lo industrializan y los productos (miles de ellos) nos los venden caros, y no sólo los combustibles.

En tanto, 7 presidentes de la república, y el actual aplicaron una política de devastación de la industria petrolera.

¿Cómo puede haber “unidad nacional” si existen muy distintas opiniones en el modo de afrontar esta situación?

¿Cómo coincidir con Peña si el ascenso de Trump significa el regreso de Luis Videgaray, el artífice de la actual política económica, aprendida al lado de su maestro, el ex Secretario de Hacienda con Salinas de Gortari, Pedro Aspe, el artífice y uno de los principales beneficiarios de los fideicomisos y del modo en que se detonó el endeudamiento de estados y municipios?

Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario