Chihuahua, Chih.
La celebración del tercer aniversario del gobierno de López Obrador es la mejor ocasión para efectuar un balance de lo realizado por el presidente que, al contrario de casi la totalidad de los mandatarios, llega con las más altas calificaciones ciudadanas; elevadas, pero semejantes, finalmente, a las presentadas, a mitad de sexenio, por Fox (55%), Calderón (57%), por 62 de AMLO.
Hay, sin embargo, indudables diferencias, una de ellas, y no única, ni siquiera la menor, es la pandemia. No obstante el indudable mal manejo de ella, y de los magros resultados obtenidos por el gobierno lopezobradorista, sus calificaciones crecieron de manera sostenida, aunque moderadamente, de acuerdo con la mayoría de las empresas encuestadoras.
Otra diferencia sustancial es la práctica desarticulación de los antiguos partidos, hoy convertidos en oposición -incluidos también los aliados de la 4T, cuya existencia orgánica es mínima- los que, sin embargo, lograron obtener poco más de la mitad de los votos de la elección intermedia de junio de 2018.
No solo la pandemia, y las medidas para enfrentarla, son el principal factor que deberá tomarse en cuenta al evaluar lo efectuado por el gobierno de la 4T, especialmente en lo económico, aunque lo hecho en el poco más de año de iniciado daba cuenta de un balance negativo pues el crecimiento económico (independientemente de los índices de desarrollo económico) logrado en esos primeros 14 meses no era halagüeño.
No obstante los dichos presidenciales, el neoliberalismo no ha sido erradicado. El presidente lo concibe como algo etéreo, al que se puede exorcizar y no como lo describe brillantemente Viridiana Ríos en un artículo: (El País, 3/XII/21) “… El neoliberalismo, en cambio, es simplemente una forma de hacer las cosas dentro del capitalismo. Es decir, una serie de reglas que dictan cómo deben actuar los gobiernos y los privados para, supuestamente, maximizar el crecimiento económico. Para los privados, estas reglas son la desregulación, la apertura comercial y el libre flujo de capitales financieros. Para los gobiernos la regla es reducir el tamaño del Estado mediante privatizaciones y austeridad, esto es, llevando al mínimo el cobro de impuestos, los déficits fiscales y la deuda pública”.
A pesar de todo el Zócalo se vio repleto el pasado 1o. de diciembre.
No debiera sorprender, guarda correlación con las calificaciones recibidas por AMLO. Lo que es sorpresiva es la inútil y fácil descalificación a la capacidad de convocatoria de la 4T.
Por supuesto, -de igual manera a la que efectúan el total de las agrupaciones políticas- que Morena recurrió a la concurrencia de todos los espacios de poder que posee para llevar gente al acto.
Sorpresa habría sido si el Zócalo no se hubiera llenado pues el partido del presidente mantiene, además de la presidencia de la república, el gobierno de 15 entidades, la mayoría en más de 18 legislaturas, además de la mayoría en las cámaras de Senadores y Diputados.
Con todas esas estructuras de poder y dinero les resultó relativamente fácil concentrar en el centro histórico de la CdMx a cerca de 200 mil seguidores. (Dato para la Numeralia: el Zócalo, contando las calles y los arcos mide 40 mil metros cuadrados).
Porque ahí está la diferencia fundamental: La mayoría de quienes acudieron al acto lo hicieron porque querían ir, a diferencia de los actos que realizaba el PRI en el pasado reciente, en el que una buena cantidad de quienes acudían a ellos no sabían que se celebraba.
Entonces como ahora, y como lo hacen todas las fuerzas políticas, “les facilitan” el traslado a sus simpatizantes. Por eso el acto del Zócalo fue la demostración de la enorme fuerza política del morenaje.
Lo que enerva es que no pocos gobernantes hayan actuado como si fueran dirigentes partidarios -y falta que nos sorprendan con evidencias del uso de recursos públicos para llevar gente al Zócalo- y en horas hábiles se hayan convertido en operadores al más puro estilo del viejo régimen.
Es explicable, la estructura del partido MORENA es prácticamente inexistente. Da cuenta de ello, por ejemplo, que en las pasadas elecciones, en Chihuahua, Morena apenas contó en las casillas, el día de las elecciones, con solamente poco más del 20% de representantes de casilla.
El éxito del acto en el Zócalo, así como los recientes triunfos electorales de Morena; los resultados de las encuestas de los comicios del próximo año, así como la elevada calificación de AMLO se explican por una razón: Por la podredumbre, la corrupción y la profunda degradación política de quienes detentaron el poder en los últimos 30 años.
En pocas palabras: Por su enorme desprestigio.
Asusta tanto el pasado que una inmensa mayoría evalúa bien a López Obrador, quien gobierna, salvo en algunos rubros, bajo los mismos esquemas que sus inmediatos antecesores, beneficiando a un buen número de los mismos que se beneficiaron en los gobiernos de Salinas de Gortari a la fecha.
En el recuento de las cosas positivas, sin duda que el establecimiento de los programas de bienestar, y su elevación a rango constitucional, ocupan el lugar preferente; también la elevación del salario mínimo; igualmente la nueva ley Federal del Trabajo; que la atención gubernamental privilegie a las zonas más pobres -aunque en este caso y el de los programas sociales, con enormes fallas operativas y de aplicación-; la construcción del tren transistmíco, la categorización como delitos graves la corrupción, la evasión fiscal, el robo de combustible y los delitos electorales; la prohibición de la condonación de impuestos y el hecho de no haber entregado nuevas concesiones mineras.
Además, aumentó el gasto en salud del IMSS-Bienestarla disminución del outsourcing al 75% en el sector manufacturero y creció en 37% la recaudación de las grandes empresas, así fuera por única ocasión al cobrarles los adeudos fiscales.
Hay otro grupo de hechos destacables: La desaparición del Estado Mayor Presidencial; la disminución de los salarios de los primeros niveles y, en general, la disminución del boato que acompañaba al presidente.
Esa actitud frente a los privilegios del poder no abarca, por desgracia, a la mayoría de los nuevos gobernantes; en muchos aspectos se parecen, mucho, a los anteriores; el boato, los enormes vehículos de lujo, el despilfarro y los grandes salarios abarcan a casi la totalidad de los mandos de todas las secretarías, de los gobiernos estatales, a los legisladores de las Cámaras, tanto en las del Congreso de la Unión, como en las estatales -como es el caso de Chihuahua- en las que los diputados ya ni mencionan las rebajas de sus salarios, ni disminuyen los privilegios que obtienen los integrantes de esta nueva capa dorada.
Pero ni el régimen económico, ni los beneficiarios de él son distintos a los del pasado reciente y remoto; aún peor, muchos de ellos constituyen el consejo de asesores presidenciales y son, al mismo tiempo, los más grandes beneficiarios de las adjudicaciones directas de la 4T, en casi todas las áreas de la economía, incluidos los proyectos emblemáticos del presidente.
Ya tienen asegurada la opacidad, son de “seguridad nacional” sus negocios con el gobierno lopezobradorista, del mismo modo que la compra de las vacunas, y ahora peor, en este caso, avalada por la Suprema Corte de Justicia, la que se encamina, igual que en los gobiernos anteriores, a conformarse al estilo y deseo del presidente, para aprobar todos los actos presidenciales que fuesen impugnados judicialmente.
Así llegó López Obrador a la mitad del sexenio, en el que, como lo hemos sostenido reiteradamente, la militarización abarca cada vez más áreas de la administración pública. En la semana AMLO anunció que las fuerzas armadas también se harían cargo de la producción, traslado, gestión y distribución de las medicinas.
A este paso ¿Cuándo se harán cargo del gobierno? Porque si seguimos el hilo del pensamiento presidencial, el de que los civiles no tienen capacidad, ni honradez para administrar la cosa pública, solo los militares, pues entonces cancelemos los procesos electorales y entreguémosles el gobierno.
Una cosa más hay que deplorar: La impactante incapacidad de la izquierda agrupada al interior de Morena (porque ahí adentro se ubica el otro PRIANRD, el restante es el de afuera del partido del gobierno) para reflexionar y efectuar la autocrítica que tanto pregonaba la izquierda del pasado, que deberían realizar las agrupaciones revolucionarias.
¡Ah, perdón, es que ahora ya no son revolucionarias, son “transformadoras”!
[email protected]; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF
Fuente de citas hemerográficas antiguas: Información Procesada (INPRO)
Ligas de artículos relacionados:
Artículo de Viridiana Ríos:
https://elpais.com/mexico/opinion/2021-12-03/el-conformismo-del-posneoliberalismo-mexicano.html?utm_source=Facebook&ssm=FB_MX_CM&fbclid=IwAR0ZkeKEr812dv7CAVaBrWJ77Zgn7xb5uTmAmo1OjcxW7a2Nnn9nNWcd6Ds#Echobox=1638558658
Artículo de Jorge Zepeda Patterson:
https://elpais.com/mexico/opinion/2021-12-02/la-urgente-necesidad-de-una-critica-desde-la-izquierda-a-lopez-obrador.html?ssm=FB_CC&fbclid=IwAR18KoU3SR9F--h579AwwVngsfZKvR0ANaSJcb8tkoaTPjDoObpQDUCj2PE
Artículo de Proceso #2352, 28/XI/21, “La élite empresarial favorita del Ejecutivo”, Mathieu Tourliere