Chihuahua, Chih.
Para ganar la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento-Partido construyeron un frente amplio con el fin de lograr su objetivo electoral: triunfar en la elección. Desde mi punto de vista y a toro pasado, algunas de esas alianzas –y usando términos aún aceptados- se hicieron con grupos de extrema izquierda y de extrema derecha. También pienso que fueron innecesarias, por ejemplo la alianza electoral expresa con el Partido Encuentro Social (PES) y con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
El PES tiene su agenda propia y sus intereses e ideología tienen profundas raíces en las iglesias evangélicas, con propuestas que contradicen plenamente las concepciones de avanzada social como todas las banderas enarboladas por corrientes de pensamiento relacionadas con la expansión de los Derechos Humanos, tales como la libre interrupción del embarazo, equidad de género, matrimonios entre personas del mismo sexo, adopción de hijos por parejas de homosexuales.
Esta alianza le dio al PES una representación significativa en las cámaras de diputados y senadores que de otra manera, por sí solo no habría obtenido y a MORENA le permitió proponer candidaturas de sus militantes por medio de estos partidos y así aumentar su número de curules y escaños.
Una alianza tácita con la CNTE, por no ser un partido político, a MORENA le permitió obtener el voto de los integrantes de esta corriente sindical y a cambio la Coordinadora obtuvo 40 curules en la Cámara de Diputados para sus militantes.
Todas las agrupaciones políticas y partidarias salieron ganando política y electoralmente de estas alianzas.
Hace dos meses y días se inició el gobierno de la llamada 4T, la alianza nacional no se ha roto, pero en algunos estados, entre ellos Chihuahua, no ha podido sostenerse.
Es obvio que cada formación política permanece con su agenda y luchará porque sus posturas y demandas se concreten en políticas públicas, en actos de gobierno y harán lo necesario, según su óptica, para lograrlo.
Las tensiones que se producen entre las corrientes de izquierda, de derecha y el gobierno, es lo normal en toda revolución, cambio de régimen o procesos de reforma político social. El reto para los que ejercen el gobierno será encontrar el centro político entre las posturas extremas, de izquierda o de derecha, para llevarlo a la gobernabilidad y la gobernanza.
Ejemplos en la Historia sobran de cómo se dan tensiones entre los extremos políticos. Recordemos un episodio remoto que tuvo un desenlace trágico en la Rusia soviética cuando al poco tiempo de que los bolcheviques tomaron el poder se enfrentaron a las concepciones más radicales sobre el desarrollo de la Revolución. La hegemonía del partido bolchevique se consolidó una vez que fue derrotada la rebelión de los marinos de Kronstadt, en marzo de 1921.
Durante 16 días, en Kronstadt se estableció una comuna revolucionaria que se opuso al gobierno de los soviets que ellos mismos habían ayudado a crear. Lenin y Trotsky decidieron, después de un ultimátum, aplastar militarmente a los rebeldes. Quedó claro que los bolcheviques no aceptarían posiciones más a la izquierda que la definida por ellos.
Otro ejemplo más cercano a nosotros en el tiempo y en el espacio fue la experiencia del proyecto democrático que se desarrolló en Chile en los años 70 y que culminó con el golpe militar dirigido por Augusto Pinochet en contra de Salvador Allende. En el corto tiempo que gobernó en Chile la alianza de varios partidos políticos de centro e izquierda, el gobierno permanentemente sufrió los embates de las corrientes políticas radicales, en especial del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Estos ejemplos nos pueden ilustrar un poco, toda proporción guardada, las presiones que está sufriendo el gobierno de la Cuarta Transformación.
Examinemos el caso de la CNTE: La Coordinadora es una organización de profesores con hegemonía en algunas secciones sindicales del SNTE que se ubican en los estados con mayor rezago económico y educativo, sobre todo en el sur y sureste del país como Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán. También tienen presencia, aunque minoritaria, en otros estados del país.
La CNTE actúa con una dualidad, sus integrantes son miembros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y dentro de esta organización disputan la dirección sindical, mientras que por otro lado, con una gran autonomía y con agenda propia, plantean e impulsan demandas fuera de los cauces controlados por el SNTE.
Ocupémonos de la situación en Michoacán que culminó con el bloqueo de las vías de ferrocarriles que comunican al Puerto de Lázaro Cárdenas y que de ahí se distribuyen a gran parte del territorio nacional, desde donde se transportan infinidad de insumos y mercancías, entre ellos gasolina, dentro del país y hacia el extranjero.
El conflicto estallado por los profesores es de vieja data y muchas de sus demandas son justificadas, legítimas y desde luego es responsabilidad de los gobiernos federal y estatales resolverlas. Frente a los Derechos de los profesores se encuentra la Ley y el interés colectivo. Los profesores de la CNTE están violentando la Ley al bloquear vías generales de comunicación y están causando enormes daños a la economía del país, se calcula que por cada día de bloqueo causa un daño de más de mil millones de pesos y se complica la acción del gobierno federal para garantizar el abastecimiento de gasolina provocado por el combate al huachicoleo.
Este tipo de conflictos, me parece que será la constante durante los 6 años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador ya que por más de treinta años el neoliberalismo manipuló, controló o reprimió las demandas de diversas capas, organizaciones y grupos sociales. Hoy, esas agrupaciones consideran que eligieron y tienen un gobierno que se identifica con sus demandas históricas y de coyuntura y seguramente presionarán para que actúe a su favor.
No hay que descartar que los grupos sociales sobre los que tiene la derecha representada por el PES también presionen sobre el gobierno de la 4T.
El difícil arte de gobernar se hará presente cada día al Presidente de la República y sus colaboradores, en algún momento se tendrá que acotar a las corrientes polarizantes y generar los consensos necesarios que llevan a preservar la gobernabilidad y la gobernanza, para que las capas sociales se sientan representadas por un gobierno que funja como árbitro de los conflictos sociales y que, en la medida de lo posible, no haya ganadores ni perdedores, es decir que se sepa y se sienta que el gobierno gobierna para todos, a sabiendas de que el gobierno de la 4T tiene un compromiso expreso e histórico con los menos favorecidos.