Chihuahua, Chih.
(Exposición que NO es defensa del gobernador)
En estos precisos momentos en los que es necesario hacer aclaraciones para que el manoseo político, intereses y aspiraciones personales y de grupo, que apuntan al batidero de la contienda interna en Acción Nacional, me permito la licencia del error gramatical de insertar mayúsculas en medio de una frase que dé énfasis a la negativa de que lo que a continuación diré y que, en ningún caso, ni por asomo es producto de la defensa de nuestro nefasto gobernador…
Siendo mañana dicho evento en el que se definirá la candidatura por la gubernatura, el despliegue de vicios y triquiñuelas ha involucrado todo tipo de argucia y maniobra para tratar de convencer y movilizar a ciertos sectores por convencimiento o fastidio de tener que elegir entre el malo y el menos peor.
Sin tomar en cuenta la forma en que la militancia panista esté viviendo o participando en lo más repugnante que en política hemos visto en los últimos años, existe una sociedad que no queda al margen de lo que están permitiendo ver. Y por las declaraciones de violencia política, el movimiento feminista local ha sido inserto artificialmente en el debate.
Las posiciones más sensatas dentro del feminismo saben que lo de la precandidata Campos no es violencia política; sin embargo, los posicionamientos han estado ausentes por el temor a que cualquier manifestación se tome como “apoyo” directo o indirecto a Javier Corral o por abonarle a la agenda de la derecha en el estado; sin embargo, mujeres con intereses poco claros han desplegado incluso peticiones en línea mezclando los temas pretendiendo capitalizar el amplio sector de las mujeres interesadas en conquistar, conocer y ejercer sus derechos, especialmente los político-electorales.
Por eso, comento de nueva cuenta 3 tesis por las cuales lo sucedido a la presidenta municipal no es violencia política:
La violencia política –como cualquier tipo de violencia- se establece a partir de una relación de poder entre las partes involucradas, por ello, es difícil considerar que una mujer que cuenta con todo el aparato de la administración municipal a disposición, incluido un secretario municipal que ha sido representante de su partido en los órganos electorales (materia que domina) que es su principal defensor, además de todos los medios de comunicación locales y nacionales, redes de mujeres de su instituto político y otras entidades que la tienen como figura emblemática, mecanismos al interior de su partido para denunciar abusos o excesos con poder político más que ninguna otra mujer en el estado, pueda colocarse como inferior, en desventaja o vulnerable frente al gobernador que cada día que pasa ve más mermada su figura en autoridad y investidura, en la que en caso de un duelo político estarían en igualdad de condiciones.
Establecido lo anterior, cuando se cuenta con tantos recursos para enfrentar una controversia, es de suponer que no sería difícil denunciar –de haber sustancia- frente a los órganos correspondientes. Finalmente, la violencia política es un delito.
Por serlo y siendo la alcaldesa una funcionaria pública –la primera y más importante de la esfera municipal- tiene obligación de denunciarla. Este es quizá, el punto más sensible del asunto; por ser la cabeza del gobierno municipal, la denuncia de los supuestos actos de violencia política deja de ser un tema de la esfera íntima para convertirse en cosa pública al ser el gobernador del estado el supuesto perpetrador y cabeza de la política pública de género en el estado, tanto de la transversalización de la perspectiva de género y la prevención de la violencia de género y feminicidio.
En resumen: no hay relación de poder; de subordinación sí, pero de recursos culturales, económicos y políticos, no.
No hay denuncia en los órganos correspondientes teniendo absolutamente todas las facilidades para realizarla de tener interés más allá del ruido mediático que busca afectar a una de las partes de la contienda, siguiendo el orden constitucional al que se suscribe siendo parte de la función pública municipal.
Con esto, me gustaría se entendiera y no se minimizara el poder del escrache como denuncia válida, pero solo para las que el sistema judicial no ofrece alternativa o las instancias se agotaron y no ofrecieron medida de reparación ni acceso a la justicia; no para quien tiene todos los recursos del mundo para, no solo hacer una denuncia sino para enfrentarla, llevarla a término, hacer viables los recursos jurídicos para convertirlos en funcionales para el resto de las mujeres que enfrenten la misma situación.
Los órganos electorales son los conducentes para las denuncias por violencia política. Utilizar las vías correspondientes tiene que ver con la confianza y fortalecimiento de las instituciones, con proveer a la ciudadanía certeza sobre los recursos con los que cuenta, socializar una cultura cívica y democrática y de todo eso, estamos perdiendo posibilidad ya que el único interés es el del muy pragmático obtener o mantener, el poder por el poder.
Y en todo esto las que perdemos somos todas las mujeres.
Las que llegan a las contiendas electorales luego de librar fuertes violencias al interior de sus partidos políticos y que no consideran o de nada les sirve saber que la modalidad de la violencia política existe, si la mismísima primera del municipio se queja de lo mismo y no la denuncia.
Pierden también las que construyen desde abajo un capital político y social legítimo y que no son creídas o valoradas en toda su preparación, recursos y capacidad, porque a pesar de que se ha trabajado tanto para establecer un protocolo de violencia política que la define, establece mecanismos de denuncia y otros recursos, una voz poderosa como la de Maru Campos cierra la puerta banalizándolo junto al trabajo de muchos años de cientos y cientos de mujeres en el país, convirtiéndolo en una broma solo para victimizarse y desecharlo sin seriedad alguna porque no le redituó electoralmente.
Si bien las denuncias de las mujeres siempre deben ser creídas, partamos de considerar que hay mujeres indígenas, jóvenes, de la diversidad sexual, con discapacidad, afrodescendientes, mayores, que han luchado, lo siguen haciendo y requieren como acción afirmativa las herramientas que la alcaldesa hoy banaliza y utiliza a contentillo, sin sentir político ni histórico de lo que ha sido la lucha permanente de las mujeres por sus derechos.
Somos persistentes, no tontas.
*Luego de redactar el presente artículo, se dio a conocer de la denuncia presentada por Maru Campos el 17 de enero ante el IEE.
Una de las tesis que expongo es que no había denuncia.
Por tanto, adhiero y DECLARO:
NO ME DESDIGO NI CORRIJO LO EXPUESTO EN MI COLUMNA, ya que su denuncia corresponde a un juego vil de "me denuncias, te denuncio" que guardó hasta el último momento y en respuesta a la presentación en conferencia de prensa de Jaime Herrera.
Así que eso viene a confirmar mis dichos.
Es perverso, ruin y vil lo que se está haciendo con las conquistas históricas de las mujeres, porque utilizarlas con fines político-electoreros es, no sólo banalizarlas, también es infame y sigue sin ser de beneficio para ninguna por convertirla en testaferro de una mujer blanca, privilegiada, que hace política como hombre en detrimento de la mayoría.
@MarieLouSalomé