Chihuahua, Chih.
Imposible olvidar el año que se fue.
Compañeros, amigos, parientes, colegas, así como miles de chihuahuenses, se nos adelantaron, (de manera directa e indirecta) como fruto de la pandemia, la que no nos deja y que ahora viene con nuevos bríos.
Le haremos frente en el 2022.
Contra viento y marea saldremos adelante, nada le impedirá a la sociedad mexicana ir construyendo la democracia que anhelamos, la que soñamos; por la que cientos de miles, de millones de mexicanos han luchado.
En ese anhelo empeñamos nuestro cotidiano esfuerzo periodístico; seguiremos ofreciendo el espacio por el que transite el palpitar de los chihuahuenses bajo el enfoque propio; imposible evitarlo, forma parte intrínseca de cada uno de los que plasmamos en los medios de comunicación nuestras opiniones
Si el año 2021 nos dejó una sensación de orfandad, temor y desasiego, el 2022 es todavía más incierto, la pandemia se ha recrudecido, especialmente a partir de la aparición de la variante Omicron, la que trae aparejado, sin embargo, un panorama esperanzador, el de que es aparentemente menos letal que sus antecesoras, sobre todo para quienes están vacunados.
La tragedia del año que terminó son los más de 300 mil muertos por Covid-19, más los llamados “excedentes” de muertes.
La vacuna llegó para salvar al gobierno mexicano de la que era una previsible demoledora crítica hacia el gobierno mexicano y su irresponsable manejo de la pandemia, al que se sumó el hecho incontrastable de la lamentable situación en que encontró López Obrador al sistema de salud.
Si hubiese algo que festinar por encima de todo y todos es el esfuerzo mancomunado de la sociedad científica del mundo en descubrir y fabricar en tiempo récord la vacuna que hoy se aplica a miles de millones de personas en el mundo entero, con las evidentes desigualdades económicas prevalecientes en el planeta, las que, obviamente, la pandemia no aliviaría y que, por el contrario, ha profundizado.
Iniciamos el nuevo año con la presencia de otro hecho por demás inobjetable, López Obrador es el protagonista político en el país, quien goza de una elevada popularidad, en contraste con las bajas calificaciones que su desempeño despierta.
Una buena parte de los mexicanos cree en él, por encima de todos los hechos que a diario van develando los graves errores en la conducción del gobierno. Son muchos los factores que podrían argüirse para explicarse lo anterior, uno de ellos sobresale: El fracaso de la clase política y el régimen priista.
Cayeron víctimas de la enorme corrupción que generaron.
Pero a la mitad de su mandato, entre otros, dos hechos podríamos destacar de su obra gubernamental, los dos igualmente lamentables: Uno, que ha logrado imponer un nuevo mecanismo como sustituto de la democracia, las encuestas y él como el factótum; y, dos, la militarización.
En el primero de ellos lo peor es que todos, al interior de Morena, avalan ese procedimiento -siempre y cuando les favorezca- y cuando no les es favorable, protestan como el senador morenista José Ramón Enríquez, que criticó en la candidatura de Durango el método que aplicó a rajatabla en Chihuahua, sólo porque ahora es una de las víctimas de las “encuestas” que se aplican desde Palacio Nacional.
Las elecciones de mitad de sexenio ejemplifican los asertos anteriores pues nos mostraron a un AMLO fortalecido personalmente, y a su partido, Morena, cada vez más desaparecido, sin estructura orgánica, sin democracia interna y sin dirigencias respetadas por la militancia.
El presidente fortalecido, sí, pero su partido (y su coalición electoral) fue votado por menos de la mitad del electorado en la elección federal, en cambio, Morena y sus candidatos obtuvieron una aplastante victoria en las entidades en disputa.
Para lograr eso la oposición usó el único mecanismo que le quedaba a la mano para enfrentar el desastre: Ir unidos a las elecciones.
Solo de esa manera han sobrevivido. Ahora enfrentan un nuevo reto, por lo menos para el PRI, -y Chihuahua es un buen ejemplo de ello- el de no subsumirse en el PAN.
Los priistas pocas veces se equivocan, siempre huelen en dónde está el bando triunfador (antes eran los candidatos) y no son pocos los que han emigrado de su partido para sumarse alegremente a las huestes gubernamentales, ya sean de Morena o del PAN, poco les importa el color partidario, lo bueno -para ellos- es que ahí se encuentra el ejercicio del poder, independientemente de los programas políticos o idearios del bando al que se suman.
Nacieron en el poder -como partido y como militantes-. Sin él, pocos, muy pocos están preparados para estar lejos de él.
El gobierno de Maru Campos puede ser el mejor de los ejemplos de los que les puede ocurrir. En el gobierno local no existe una coalición gubernamental, los que apoyaron a la panista antes de la campaña electoral intuyeron que era quien podía superar a Morena, Juan Carlos Loera y al presidente en las elecciones.
Los que llegaron en los días previos a la elección lo hicieron como lo efectuaron sus ancestros en todas las elecciones, a la cargada.
Sus compañeros del resto del país sufrirán lo que ahora enfrentan los priistas de Hidalgo, la disputa por la candidatura y las acusaciones de la búsqueda de posiciones personales que los conducirán a fracturas y sangrías interminables.
El año inicia en medio de los escándalos generados por el manejo inescrupuloso de los programas sociales de AMLO, a los que en este año se les otorgará la “cifra histórica” de 445 mil mdp en 2022, pero sobre los cuales penden las observaciones que la Auditoría Superior de la Federación le ha realizado sobre la opacidad existente en su manejo, en las reglas de operación, en la comprobación del desempeño y del gasto efectuado, que puede ascender a decenas de miles de millones de pesos.
Tan solo en la cuenta pública del 2019 se encontró que los recursos usados de manera irregular en el primer año de gobierno de López Obrador ascendieron a 100 mil 914 millones de pesos (mdp).
De ellos, 44 mil 422 se presumieron como probables daños al erario y debieron ser devueltos. “Los 55 mil millones restantes aún no está claro cómo se utilizaron pues, por ejemplo, las autoridades no tienen comprobantes que justifiquen el ejercicio de los recursos y necesitan ser aclarados”. (Nota de Leonardo Núñez, Mexicanos contra la corrupción, 25/II/21).
Cosa semejante existe en el programa “Sembrando Vidas”. A los beneficiarios se les descuentan 500 pesos mensuales, que conformarían un fondo de ayuda y otro de apoyo a la inversión de cada uno de ellos, lo que ha hecho una bolsa de más de 4 mil 200 mdp, los que irían a un fideicomiso. Resulta que no se formó; del dinero no se sabe el destino y no se les informó a los “ahorradores” de sus fondos. (https://politica.expansion.mx/mexico/2021/10/28/voces-sembrando-vida-irregularidades-pagos-programa-amlo).
Por otra parte, a pesar de la propaganda presidencial de que su gobierno atendería primordialmente a los más pobres, de acuerdo con los resultados de INEGI, la pobreza aumentó en el gobierno de AMLO. Resultó que los más beneficiados por los programas no son ellos, sino los de las capas inmediatamente por arriba (por sus ingresos).
Por otra parte, como ocurre generalmente en Chihuahua cada sexenio, la nueva administración inicia su tarea en medio de una expectación y un ánimo esperanzador, que contraste con el gobierno anterior (que para los efectos podría decirse los anteriores) en el manejo de las finanzas, en la transparencia del ejercicio presupuestal, en la forma como se relacione con los gobernados y en la necesidad de sensibilizarse ante las adversas condiciones en que viven la mayoría de los chihuahuenses.
Como es lógico concluir, en los primeros pasos se advierten aciertos y desaciertos, aunque es sano asentar que los primeros son más que los segundos y que en algunos de los aspectos más criticados han reculado.
Aspecto central es el de la renegociación de las deudas y de los nuevos empréstitos, acotados por una razón, la de los pocos márgenes existentes para incrementar sensiblemente los compromisos financieros del estado. Sobre estos asuntos habrá una crítica puntual.
Será un año de apretones, sólo nos queda esperar que los contagios no se disparen.
A pesar de todo lo anterior:
¡Feliz 2022!
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Fuente de citas hemerográficas antiguas: Información Procesada (INPRO)